Alquimistas en el Sengoku

Capítulo 13: Tras la batalla

El grupo de Inuyasha se refugiaba al interior de una cueva, la noche comenzaba a caer y sentados alrededor de la fogata comían bolas de arroz que Shippo traía consigo.

Tras terminar de cenar, Inuyasha sacó su katana de la funda y comenzó a examinarla frente al fuego, las chicas y el kitsune le observaban con curiosidad pero sin emitir comentario alguno. Manifestó en su rostro una mueca de sorpresa al notar un extraño e intrincado círculo grabado en el lado derecho de la hoja, cerca de la empuñadura, era un círculo pequeño pero finamente labrado sobre el acero de la espada.

—¡¿Qué significa esto?!— exclamó en voz alta. Winry, Sango y Shippo se acercaron y observaron el círculo grabado sobre la hoja de la katana.

— Es un círculo de transmutación para metales— contestó Winry con simpleza.

—¿Cómo lo sabes?— preguntó Sango.

— He convivido desde niña con esos frikis de la alquimia, por supuesto que sé reconocer los círculos de transmutación.

— ¿Pero cómo es que llegó hasta allí?

— Lo ignoro por completo.

Inuyasha comenzó a recordar su batalla contra Edward y algo hizo click en su cerebro: el enano había roto su espada y después la reconstruyó con alquimia — Colmillo de acero es capaz de absorber el poder de otras espadas y de los enemigos que corta, quizás cuando el enano la reconstruyó, mi espada absorbió algo de su alquimia.

— Eso tiene bastante sentido— respondió la exterminadora.

— Lo que no logro comprender es como pude activar esa alquimia y transformar la espada en una cuchilla con cadena, si yo no sé nada de ciencias.

Sango meditó las palabras de Inuyasha un momento y llegó a una conclusión— ¿Recuerdas cuando colmillo de acero se rompió por primera vez?— Inuyasha asintió— dijiste que Totosai utilizó uno de tus colmillos para repararla— asintió de nuevo— bien, el punto es que desde ese momento tu espada se convirtió en una extensión de tí mismo, es decir que es como una parte más de tu cuerpo, entonces si puedes manipular tu cuerpo a tu voluntad, también puedes hacerlo con la espada sin importar su composición química, y así como Aome usa su reiki para transmutar, tú usas tu youki.

—¡Genial, ahora Colmillo de acero y yo seremos invencibles! ¡Estoy impaciente por volver a luchar!, ¡Prepárate Naraku porque te patearé el trasero!— una sonrisa engreída se dibujó en su rostro.

— Ya se le subió a la cabeza ese nuevo poder— comentó Shippo cruzando los brazos, las chicas asintieron dándole la razón.
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La fatiga se apoderaba de Miroku, había estado caminando por mucho tiempo, quizá dos o tres horas, pero parecía estar atrapado dentro de un laberinto sin salida, a donde quiera que fuera sólo había árboles casi idénticos, intentaba encontrar a Alphonse pero no había ni una pista de él. Resignado se dejó caer sentado sobre las raíces de un árbol, tenía hambre y sed, y el fuerte calor del sol no le ayudaba.

Cerró los ojos por un momento agudizando sus demás sentidos, el leve sonido de agua corriendo llegó a sus oídos, se puso de pie y caminó en esa dirección. Se trataba de un pequeño arroyo que cruzaba cerca de ese lugar, aprovechó para beber agua hasta saciar su sed, cuando vio algo brillante sumergido en el agua se acercó a recogerlo y miró con asombro que era uno de los kunais de Alphonse «Si aquí está su kunai, quiere decir que él puede estar cerca», decidió continuar caminando con la esperanza de encontrarlo pronto.

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Edward llegó hasta Aome preocupado, se hincó junto a ella y colocó su mano izquierda sobre la yugular de la chica, soltó un suspiro de alivio al notar que su pulso era normal y que sólo estaba inconsciente, se quitó el abrigo y lo acomodó sobre el suelo bajo la sombra de un árbol, con cuidado cargó a Aome y la recostó sobre el abrigo. Decidió sentarse recargando la espalda en el tronco del árbol para descansar mientras esperaba a que ella despertara. Aunque le preocupaba no saber nada del paradero de Al y Miroku, debía mantener la calma y confiar en que ambos se encontraban bien, por ahora el cansancio le comenzaba a ganar la batalla y por más que luchó por mantenerse despierto el sueño le venció.