Capítulo 11: Espada y alquimia

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A pesar de que la cantidad de monstruos era inmensa, todos eran de nivel inferior, así que Inuyasha y Sango tardaron sólo unos cuantos minutos en exterminarlos, mientras tanto Byakuya se mantenía al margen de la batalla únicamente observando parado sobre una grulla de origami.

— ¡Increíble, lograron aniquilar a todos mis monstruos en poco tiempo, sin duda se han vuelto muy fuertes, eso me emociona!— les alabó Byakuya con marcada ironía en la voz al tiempo que aplaudía a ambos guerreros.

— ¿Eso es todo lo que tienes?, tal parece que Naraku se está volviendo patético, al menos antes nos daba mayor entretenimiento— contestó Inuyasha preparándose para lanzar su viento cortante contra Byakuya.

— Yo no haría eso sí fuera tú Inuyasha, a menos que quieras matar a tu nueva compañera— Byakuya sonrió de lado a lado al ver la expresión de desconcierto del hanyo, quien detuvo su intento de ataque ante sus palabras.

— ¡¿De qué hablas maldito?!— respondió con furia.

— De esto— una marioneta de Naraku surgió de entre los árboles flotando a varios metros de altura justo detrás de Byakuya, entre sus tentáculos traía sujetas a Winry y a Kirara (aún en su forma demoníaca), que forcejeaban inútilmente por liberarse.

— Maldito... — susurró Sango bajando su hiraikotsu— ¡¿Qué es lo que pretendes?!

— Simple, arrojen sus armas lejos o mataré a esta linda jovencita y a tu mascota felina— otros dos tentáculos de la marioneta apuntaban hacia el pecho de ambas amenazando con atravesarles el corazón si Inuyasha o Sango hacían un movimiento en falso.

— Maldición, no queda otro remedio— masculló el hanyo y arrojó a colmillo de acero a varios metros de distancia, Sango hizo lo mismo con su hiraikotsu, no podían arriesgar la vida de sus compañeras.

— Muy bien, que niños tan obedientes son y por eso les tengo un premio— el tono burlón de sus palabras era irritante y aún más esa sonrisa ladina, pero lo que sorprendió a ambos guerreros fue la aparición justo detrás de ellos de una segunda marioneta que les atacó de imprevisto. Inuyasha logró sujetar a Sango y esquivar uno de los tentáculos que por poco la atravesaba. No hubo tiempo de reaccionar para cuando otro tentáculo se clavó en el lado izquierdo del abdomen del hanyo dejándolo malherido, Sango desenvainó su espada y cortó el tentáculo liberando a Inuyasha que con algo de dificultad se puso de pie. No tenían tiempo para bajar la guardia, inútilmente intentaban atacar a la marioneta mientras esquivaban los tentáculos que se lanzaba contra ellos de manera incesante.

— ¡Garras de fuego!— usando la sangre de su herida Inuyasha lanzaba cuchillas de sangre contra la marioneta cortando los tentáculos, no obstante, éstos se regeneraban de inmediato. De igual manera Sango cortaba una y otra vez con su espada, pero el resultado era el mismo. El cansancio se estaba apoderando de los dos, si no hacían algo serían asesinados en poco tiempo.

Byakuya continuaba observando el espectáculo tranquilamente desde su posición, a través de sus ojos Naraku podía ver lo que estaba sucediendo sin perderse detalle alguno. Tan absorto se encontraba en la pelea que no se percató del gigantesco trompo que lo golpeó por la espalda y le hizo caer de su grulla de origami.

El momento de distracción fue aprovechado por Inuyasha para correr y recuperar su espada, sin perder más tiempo hizo una señal a Sango para que se alejara y lanzó el viento cortante que acabó con la marioneta al instante. Ahora debía darse prisa para rescatar a Winry y a Kirara que seguían prisioneras de la otra marioneta.

Byakuya se levantó aturdido y furioso del suelo— ¡¡¡¿Quién fue el maldito que se atrevió a hacerme esto?!!!— gritó antes de que un segundo trompo volviera a golpearlo cayéndole  sobre la cabeza y haciéndole tragar tierra al caer de bruces en el suelo debido a la fuerza del impacto. La indiscreta risa de un pequeño niño se escuchó provenir de entre las ramas de un frondoso árbol.

Alquimistas en el SengokuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora