Capítulo 24: Nueva búsqueda

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— Uno, dos, tres, cuatro... — Winry con una mano sobre la otra oprimía con fuerza el esternón de Aome repetidas veces «Vamos Aome tienes que vivir, no te rindas» continuó con su labor hasta llegar a las treinta compresiones, después abrió la boca de la sacerdotisa, con una mano le presionó la nariz y unió su boca con la de ella para soplar una bocanada de aire hacia sus pulmones, repitió por segunda vez la misma acción y regresó a realizar las compresiones «Respira Aome por favor» terminó las treinta compresiones y volvió a darle respiración de boca a boca...

Alphonse y Shippo observaban a Winry dándole reanimación cardiopulmonar a Aome, rogando porque funcionara y el corazón de la sacerdotisa volviera a latir. Los segundos que transcurrían sin haber una reacción de vida de ella eran angustiantes y dolorosos «Me siento tan impotente en este momento, ¿para qué me sirven tantos conocimientos de alquimia si cuando realmente se necesita no puedo hacer nada?, con la alkaestria pude regenerar su cuerpo dañado, pero no pude hacer que su corazón y pulmones volvieran a funcionar. Sólo me queda observar y dejar en las manos de Winry mi última esperanza» Alphonse apretaba los puños y permanecía inmóvil en su sitio.

En un corto lapso de tiempo Inuyasha también llegó al lugar y se detuvo al ver la maniobra que Winry realizaba con Aome inconsciente. No notó ninguna herida visible en ella, mas se quedó boquiabierto al ver que la mecánica presionaba sus manos sobre el torso semidesnudo de Aome y después ¿la estaba besando? «¿Pero qué clase de ritual depravado es ese?, ¿Acaso Winry se está aprovechando de que Aome está desmayada para besarla en la boca y tocarle el pecho? ¿Y estos idiotas están observando y no le dicen nada? ¡Esto es una perversión, no puedo permitirlo!» estaba por interferir y alejar a Winry de Aome cuando fue jalado de una manga del haori por una gran mano metálica.

— Winry está haciendo todo lo posible por salvarle la vida — dijo Alphonse adivinando los pensamientos de Inuyasha — Por favor confía en ella.

— ¡¿Me estás diciendo que Aome puede morir?! — preguntó Inuyasha con incredulidad.

— Si — contestó con voz casi inaudible Alphonse y agachó la mirada hacia el suelo, aunque su metálico rostro no pudiera manifestar ningún tipo de expresión, bastaba con observar su pose decaída para darse cuenta de la pena que lo embargaba en ese momento.

— ¿Pero qué fue lo que sucedió? — seguía sin creer lo que el alquimista le había dicho, mientras mantenía la vista fija en las maniobras de RCP que Winry continuaba aplicando a Aome.

— Fue atacada por Kouga, le rompió las costillas y dañó sus órganos internos, aunque usé alkaestria para reparar el daño en su cuerpo, dejó de respirar y su corazón se detuvo — hizo una breve pausa — Ahora la única posibilidad de que Aome viva está en las manos de Winry.

Inuyasha se quedó pasmado un momento asimilando las palabras de Alphonse, recorrió su alrededor con la vista y fue cuando divisó el cuerpo de Kouga más adelante «Maldito sarnoso, te mereces esa flecha en el corazón» La expresión de Inuyasha cambió a una de odio por unos instantes y luego regresó a ver lo que sucedía con Aome.

Winry volvió a darle respiración de boca a boca después de las compresiones de tórax, inesperadamente Aome reaccionó dando una fuerte inhalación de aire y liberando una pequeña tos, abrió con lentitud los ojos y con la vista aún nublada logró distinguir la silueta de Winry, intentó hablar pero tenía la garganta seca así que sólo articuló un leve gemido, intentó sentarse pero fracasó al no tener la fuerza para hacerlo.

— ¡Aome reaccionó! — exclamó con alegría Winry.

Alphonse fue el primero en acercarse, se hincó frente a ella y la cargó entre sus brazos con suma delicadeza, como temiendo que pudiera romperla si la abrazaba con fuerza — Aome me siento muy feliz de que estés bien — la emoción se escuchó en su voz, luego se quedó en silencio un instante — Por favor perdóname, fue mi culpa lo que te sucedió, no debí dejarte sola, perdóname... — su voz se fue apagando — perdóname, fallé en protegerte...

Alquimistas en el SengokuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora