Capítulo 50: Sacrificios (primera parte)

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- Naraku y Byakuya están cerca, puedo sentir la presencia de la perla en dirección al Monte Fuji - comentó Aome mirando en esa dirección.

- Entonces ahí deben estar ocultos y esperándonos con alguna trampa puesta aprovechando que el lugar les favorece debido a lo escabroso del terreno - analizó Alphonse.

- De cualquier manera ya tenemos una estrategia para derrotar a Naraku - intervino Edward sacándose del cuello la cadena con la piedra filosofal para dirigirse a la sacerdotisa - Aome lo mejor será que a partir de ahora seas tú quien porte la piedra filosofal ya que será deber tuyo y de Al activar el círculo de transmutación inverso que creamos.

- ¿Pero entonces qué harás tú? - preguntó tomando la piedra por la cadena temiendo repetir aquel episodio donde podía escuchar y sentir el sufrimiento de las almas atrapadas en su interior si llegase a tomar la piedra directamente con su mano y al igual que Edward la colgó de su cuello.

- Yo me haré cargo de rescatar a Rin y eliminar a Byakuya.

- Pero, ¿Estás seguro de que podrás con él tú solo?, no es que te subestime pero Byakuya es muy poderoso.

Edward esbozó una sonrisa arrogante - Hace dos años me enfrenté a un dios, ¿Por qué habría de temerle a un demonio? - dijo antes de montar sobre Kirara siendo seguido por Inuyasha.

Alphonse creó más flechas para Aome antes de montar juntos sobre Ah-Un, y Sesshomaru emprendió el vuelo por su cuenta con Jaken sujetándose de su estola.

Un campo de energía maligna rodeaba al Monte Fuji impidiendo que el grupo pudiera avanzar - Yo me encargaré de derribar esa barrera - Inuyasha tomó a Colmillo de acero que se tornó roja como el fuego con la intención de arremeter contra la barrera.

- ¡Inuyasha no te precipites! - le dijo Aome haciendo que se detuviera antes de lanzar el ataque - Debemos tener en cuenta que Naraku ya nos está esperando, quizás su plan es que destruyamos la barrera y vayamos a buscarlo en la montaña para tendernos una emboscada.

- Tiene lógica lo que dices, pero ¿Entonces qué hacemos?

- Está bien que destruyas la barrera para que él sepa que estamos aquí, pero debemos permanecer en este lugar, de esa manera seremos nosotros quienes podremos tenderle una emboscada cuando se canse de esperar y venga a buscarnos.

Antes de que Inuyasha destruyera la barrera, Alphonse buscó un espacio abierto en el que creó un círculo de kunais de unos veinte metros de diámetro que sus compañeros le ayudaron a cubrir con algo de hojarasca para ocultarlo de la vista de Naraku y después sacó del interior de su pecho un pergamino con el círculo de transmutación que dibujaron y lo colocó en el suelo tras el tronco de un árbol para que no fuera tan visible y clavó en él cinco kunais creando un enlace con el círculo mayor.

La trampa para Naraku estaba lista, el plan era simple, Edward lucharía contra Byakuya, Inuyasha y Sesshomaru se encargarían de luchar contra Naraku hasta debilitarlo y después atraerlo hasta el interior del gran círculo para que Alphonse y Aome lo activaran usando la piedra filosofal y por fin acabar con él.

Todos se dispersaron por diferentes sitios un tanto alejados para no levantar sospechas e Inuyasha procedió a destruir la barrera siendo el primero que le daría la cara a Naraku cuando apareciera.

Pasó casi una hora desde que la barrera fue destruida para que Naraku y Byakuya hicieran acto de presencia en el lugar «Parece que por fin se cansaron de esperar y vinieron a buscarnos» Inuyasha sonrió para sus adentros al saber que el plan funcionó.

- Vaya vaya, el híbrido ha venido a enfrentarnos y dime ¿Dónde está el alquimista rubio? - preguntó con sorna Byakuya desde su grulla de origami - Tengo un pequeño obsequio para él - le mostró que entre sus tentáculos sujetaba a la pequeña Rin.

Alquimistas en el SengokuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora