15

3.4K 342 26
                                    


-Estas sangrando.

Voltee a ver a la persona que me hablaba, era Kakucho.

-¿Qué?

-Que sangras. - Suspiro y señaló mi boca, llevé mi mano hasta esta y vi el color rojo en mis dedos, había mordido mi labio tan fuerte que me hice una herida.

-¿Te encuentras bien?

La voz de Kakucho se notaba preocupada. Normalmente nos veíamos para evitar que Izana y Mikey hagan una travesura por lo que era raro hablar sin ellos presente. Entre nosotros siempre estaban esos dos diablos por lo que a pesar del poco contacto siempre podía confiar en él.

-Si, solo no me di cuenta.

-Vamos a la casa, vine porque vi los paquetes y supuse que necesitabas ayuda.

-Gracias. - Me limpie la boca con mi manga.

¿Debía quedarme?

Mi presencia no era necesaria en la fiesta de Kenjiro, no era su padre ni nadie relevante en su vida, solo era "el amigo de su mamá", si iba él no lo notaria ni le importaría.

-¿Draken?

-¿Puedes entregar los regalos por mí?

-No.

Kakucho puso cuidadosamente los paquetes en el suelo y se me acercó, cuando estaba ya a escasos centímetros se detuvo y me vio fijamente.

-Siempre creí que nos parecíamos, pero parece que no.

-¿A qué te refieres?

-Si yo estuviera en tu situación me valdría una mierda que Izana estuviera con otro, aun así, iría tras él.

-No es lo mismo. - Puse mi mano en su hombro alejándolo de mí.

-¿No lo es? ¿Porqué? ¿Por Kenjiro? - Sus palabras se sentían como cuchillos que se iban clavando. - ¿Eres tan poco hombre que no puedes aceptar el hijo de otro? Mikey no te debía fidelidad ni tu a él, así que si no iras tras el al menos deja de andar con ese estúpido celibato y búscate a alguien para coger o hacer tu vida y deja de preocupar a los demás.

-Yo quiero a Kenjiro, él no es el motivo. - Agache la cabeza, no quería que me viera, me sentía tan patético.

-Mikey dijo claramente que no sale con el padre de su hijo. No entiendo porque tu solo te complicas.

Me acorralo, exceptuando a Kenjiro todo era cierto. Si no me sentía capaz debía dejarlo, desde que llego Mikey solo tenía dudas, no, eso era falso, desde que Mikey se fue comenzó esta inseguridad, me sentía nuevamente como aquel niño al que golpearon esos mayores, me trataban como su chico de los recados hasta que Mikey apareció y los golpeo.

¿Cómo alguien tan bonito podía ser tan fuerte?

El me dio seguridad, él se volvió mi fuerza.

Desde que dijo que era genial me lo creí, nuevamente sentía el mundo en mis manos y solo deseaba seguirlo, saber de él, ser alguien especial para él.

Fue poco tiempo después de conocer a Mikey que pude darle un nombre a esos sentimientos que aparecieron con él.

Amor.

En una de las tantas conversaciones que tuve con las chicas del burdel por fin pude descubrirlo, lejos de asustarme me motivo y quise más, deseaba mucho más. Deseaba tanto que Mikey me mirara de la misma manera en que yo lo hacía.

Segunda oportunidad (Drakey)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora