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Los reclamos de Emma cada vez eran peores, sus lloriqueos ponían en jaque al señor Sano, Shinichiro e Izana. Mikey se veía deplorable, él había perdido ese aire juguetón que lo caracterizaba.

Los Sano se estaban destruyendo por el egoísmo de esa mujer.

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-Di la verdad. - Esperar que la rubia estuviera sola fue difícil, pero por fin lo había conseguido. - ¡Termina toda esta mierda!

Emma me seguía viendo con esa mueca de desprecio.

-¿A ti que te importa? No me digas, también quieres a Mikey. - Se burlo. - Es una lástima, a diferencia de Izana, Mikey y yo si tenemos buenos gustos.

Me acerque a ella y sujete su hombro.

-Termina con esto ahora. - Dije entre dientes. - Deja de usar a Izana.

-¡Suéltame! ¿Por qué no debo usarlo? ¡Gracias a mi tiene una familia! - Vocifero, la ira se expandía por todo mi cuerpo. - ¡Es lo mínimo que merezco!

-Eres una-

-Además deberías apurarte. - La vi desconcertado. - En este momento debe estar destrozando el taller de Ken, será suficiente advertencia para que ya me acepte. - Sonrió.

Mi sangre se congelo, si Izana hacia eso, Mikey lo odiaría. La rubia se burló de mi al verme tan preocupado.

-Lo vas a pagar. - Dije entre dientes y salí.

La risa de esa despreciable mujer lleno todo el lugar.

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Para cuando la verdad salió a la luz, Mikey ya había huido.

Aunque Muto nos ayudó a encontrarlo se pudo escapar.

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-Vamos a terminar.

-¿Qué?

-Por mi culpa Mikey huyo, lastime a mi hermano, le quite su felicidad. - Su voz se quebró. - No merezco ser feliz.

-Izana.

-No me vuelvas a llamar así, ahora eres mi sirviente y yo soy tu rey. - Intente tomar su mano, pero la golpeo. - ¿Me entendiste?

-Si señor.

-Dile a Muto que deje de buscar a Mikey, fue lo único que nos pidió.

-De acuerdo.

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-Muto, encuentra a Mikey.

-El jefe dijo-

-Izana no está estable, así que yo estaré al mando, ¿O no me harás caso?

-Entendido jefe. - Muto salió y entro Kokonoi.

-¿Qué paso ahora?

-La encontramos.

-¿Dónde está?

-En uno de nuestros hoteles, se identificó como la hermana del rey de Tokyo y le han estado cumpliendo todos sus caprichos porque dijo que el jefe pagaría todo.

Esa maldita.

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Entre a la habitación lujosa en la que se hospedaba Emma, Kokonoi me seguía de cerca. Botellas de vino, bolsas de ropa y muchas otras cosas más estaban en la mesa.

-Si que se dio la gran vida. - Hablo sin burla el azabache, avanzamos a la habitación y al entrar vi más bolsas de compras.

Tire de las sábanas.

Segunda oportunidad (Drakey)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora