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Daven escuchaba como su padre gritaba enfurecido al otro lado del teléfono. No podía ni siquiera tomar la palabra, pues Hakoon no le permitía hacerlo, ya que su intención tan sólo era despotricar.

—¡¿Y sabes que es lo peor?! ¡Le permitiste a ese bastardo entrar a mi casa! ¡Mi supuesto hijo, con quien me engañaron para que fuera mantenido por mi bolsillo! ¡Tu estupida madre hizo que criara a mi sobrino como si fuera mi hijo!

—Tu sobrino, tu hijo ¿Qué más da?— Interrumpió al hombre. —Eso no me importa, porque de cualquier modo es mi hermano.

—¿Ah sí?— Preguntó molesto —¿Te importa más estar con él que mi propia salud?

—¿Sinceramente? En estos momentos me importa mucho más.

Hakoon, incrédulo y enardecido por el comentario, comenzó a despotricar nuevamente. A lo que Daven volvería a intervenir.

—Voy a colgarte. Necesito atender a mi hermano.

Y así lo hizo. Sin pensarlo colgó el teléfono.

Las últimas semanas habían sido las más tristes de su vida. Sus hermanos, a quienes amaba, se habían alejado por él por los errores que habían cometido sus padres. ¿A Daven que le imputaba que Aren fuera homosexual?, ¿y que le importaba que Thomas fuera hijo de otro hombre? A fin de cuentas, eran sus hermanitos menores, a quienes había tratado de criar.

Suspiró y levantó la mirada.
Thomas yacía acostado en la cama de hospital con el lado izquierdo de su cara vendado. Lamentablemente, su ojo no pudo ser rescatado. Tantas visitas al hospital, lejos de adaptarse, solamente lo hacían sentir más cansado.

Los doctores había comentado a Daven que la situación con Thomas se había salido de control, quizá lo mejor sería dejarlo a manos de especialistas por algún tiempo e internarlo en un hospital de salud mental. Aquello hería el corazón del pelirrojo, sentía que hacer eso sería dejar a su hermano a su suerte. En palabras de los doctores "Ya se hizo daño hacia sí mismo, puede hacerle daño a los demás".

Daven aún no se había enterado del incidente violento con Stuart, porque de lo contrario, probablemente hubiera cedido de inmediato a los deseos médicos.

Con lentitud Thomas abrió los ojos... mejor dicho, el único ojo que le quedaba. Su visión era extraña, le faltaba profundidad y enfocar se había vuelto una tarea complicada.

—¿Cómo estas, zarigüeya?— Preguntó Daven en voz baja. No era la primera vez que Tom despertaba, pero casi siempre volvía a cerrar su ojo para dormir.

Thomas se quejó mientras se estiraba.

—¿Daven?— Cuestionó —¿Qu haces aquí?

—Te heriste, Tom. Por eso te traje al hospital.

Hasta entonces Thomas recordó lo que había hecho, por lo que inmediatamente llevó su palma hacia su ojo. Solo para descubrir que ahí había una venda. Le picaba ligeramente, y quería arrancarse aquel parche para volver a ver.

—Perdiste tu ojo— Dijo Daven cuando notó la intención de su hermano menor. —Ahora todos van a pensar que eras de ojos verdes, te arrancaste el ojo oscuro.

El intento de broma no hizo reír a nadie.

Thomas suspiró exhausto y se echó sin más. La respuesta que el libro Woden le había prometido jamás llegó, se había sacado el ojo para encontrar una respuesta o solución a todos los problemas que estaban pasando. A su actitud, a la metamorfosis violenta de Paul, o al severo golpe que le había brindado a a Stuart.
Sin embargo,  no había llegado.

Daven se paró y tocó con timidez el hombro de Thomas

—Voy a ver si consigo algo para cenar. No te metas en problemas.

Tom asintió.

—Trataré de no hacerlo.

—Te amo, Tom.

(...)

Mientras Daven escogía qué número pulsar y así, la máquina expendedora le brindaría la comida que él considerara menos insípida, se percató de una silueta familiar. En primera instancia se preocupó, ya era de madrugada y no podía ser buena señal que Aren estuviera en el hospital a tan elevadas horas. Por lo que dejó su tarea y caminó hacia el rubio, esperando que no fuera su hermano, y tan solo fuera otro rubio tan  o más alto que él.

—¿Aren?

Y para su mala suerte, el rubio volteó hacia él. Efectivamente, ese era su hermano.

—¿Stuart te llamó?— Pregunto Aren. Para luego murmurar: —Le dije que no lo hiciera.

—¿Por qué me llamaría Stuart? ¿Te encuentras bien?

—Yo estoy bien, Stuart no lo está tanto. Se quedará la noche en observación, aunque parece no ser grave.

—¿Grave?— Repitió —Dime que sucedió.

Quizá debido a su estado de frustración y molestia, Aren no se había percatado de que Daven, genuinamente, no entendía que pasaba.

Aren tomó un suspiro antes de hablar.

—Está noche Thomas fue a mi departamento y golpeó a Stuart— Respondió —Azotó la cabeza de Stu contra el piso, y luego se largó. Simplemente fue a eso. —Daven sintió palidecer. —Te lo digo. ¡Se ha vuelto loco!

El pelirrojo pasó sus dedos por su cabello, y con entereza, miró a su hermano a los ojos.

—Traje a Thomas al hospital.

—¿Ese idiota esta aquí?— Exclamó. —¿Ahora que hizo?

—Fue a conmigo y se sacó un ojo.

Aren no pudo evitar la expresión de sorpresa que reflejaron sus ojos. Y por un momento dejó de lado todo el rencor que le tenía, por lo que preguntó:

—¿Y está bien?

—Parece.

Ambos guardaron silencio algunos segundos. No había nada más que decir, o agregar por ese momento.

—Oye, Dav.

—Dime.

—Lo había dicho molesto, pero nuestro hermano se ha vuelto más que loco. Esta enfermo.

Él suspiró exhausto
—Lo sé.

𝔽𝕠𝕣 𝕍𝕒𝕝í   ●●McLennon●●Donde viven las historias. Descúbrelo ahora