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Stuart intentaba quedarse dormido, a pesar que el vaivén de aquel pecho lo mantenía en la realidad. Subía y bajaba, cada respiración era igual al mas conmovedor arrullo, capaz de sumergirlo en total limerencia.
Trataba de recordar en que momento se había enamorado, cuando es que el veneno pecaminoso había hecho efecto y no recordaba, no lograba recordar cuando su fantasía por John fue suplida por su ahora, onírica realidad.

John fue, ciertamente, su excusa para negar este bonito sentimiento.

—Hueles a Stuart.— Ronroneó Aren, mientras hundía su nariz en el cuello del muchacho.

El de pecas se aparto al sentir ese cosquilleo, seguido por una risa producto de tal acto.

—¿Y cuál es ese olor?— Preguntó curioso.

—Pues, es olor a Stuart.— Respondió, a la vez que acercaba su rostro al del contrario. Tomó el mentón del chico y, cuidadosamente, alzo la cara de este. —Me embriaga.

Los besos esquimales son preciosos, una forma tierna de unión. Cuando Aren le dio un beso esquimal, Stuart supo a que se refería. Él exhaló todo el aroma de Aren, el olor de su preciosa piel.

Puup.— Dijo el rubio cuando presionó la punta de su nariz. —Tienes nariz de ratón.

Stuart apartó el dedo del muchacho.

—Siempre me estas poniendo apodos.— Masculló. —Para tí soy un elfo, un ratón, un venado, una pulga ¿Qué mas?

El rubio rió gracias a esa declaración, solo para después aprisionarlo entre su fuertes brazos y de esta manera lograr subirlo encima suyo.

—Mi niño.— Respondió alegre y sin soltarlo. —Eso y mas. Lo que se me ocurra en el camino.

—Suéltame, Aren.— Se quejó entre risas. —No seas tan tosco conmigo.

—¿Te lastimo?

—No, solamente estas siendo un bruto.

—Entonces no voy a soltarte.

Stuart besó la pequeña comisura de sus labios y después, en un movimiento que podía entenderse como cariñoso, ambos restragaron sus mejillas.
En la oscuridad de aquella habitación, sus ojos dilatados ya se habían adaptado al ambiente; veían sus caras bajo un filtro azulado y, sobre todo, distinguían los dientes del otro al sonreír.

—Ya es suficiente.— Musitó Stuart. —Hay que irnos de aquí antes de que alguien despierte en la cabaña.

Este par había escapado al cobertizo en busca de privacidad y pese a ser un lugar bastante apretado como para maniobrar, una mesa fue suficiente como para consumar su amor.

—¿Seguro que no quieres quedarte un poco más?

—Ya es de madrugada, alguien podría despertar en cualquier instante.

—Bien, solo déjame darte otro beso.

El de pecas le echó un vistazo, mientras se daba a la tarea de buscar su ropa interior.

—Lo dices como si fuera un beso de despedida.— Bromeó.

—Es que no se cuando volveré a hacerlo.— Respondió con seriedad, ganándose una mirada de Stuart con la misma expresión. —Piénsalo, llevábamos tres semanas sin hacer nada y una semana sin besarte.

—Créeme que quisiera, pero sabes que no esta en mis manos.

Entonces, un fuerte estruendo se escuchó y no siendo suficiente, la tierra se movió junto con este. Ambos jóvenes mostraron sorpresa, tal vez algo de temor.

𝔽𝕠𝕣 𝕍𝕒𝕝í   ●●McLennon●●Donde viven las historias. Descúbrelo ahora