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Paul aprendía a controlar sus emociones y con esto, se esforzaba por no llorar en una situación de sumo estrés. Justo ahora un gigantesco galimatías ocurría a su alrededor, la gente estaba vuelta loca, corriendo de un lado a otro totalmente desesperada. Todos hablaban en voz alta y pareciera que nadie estaba listo, aun con tantas semanas de preparación.

El azabache buscaba a Denver que, siendo el director de la obra, se había perdido entre problema y problema, tratando de sacar a flote su proyecto; no obstante y por ahora, el asunto que sacaba de quicio a Paul se trataba de su vestimenta, pues su traje de color oscuro estaba incompleto gracias a su moño desatado.

—¡James Paul!— Gritaron a lo lejos.

—¡Denver!— Respondió aliviado. —¡Estaba buscándote!

—Y yo también a tí, mi cantante estrella— Le dijo, mientras sacudía sus hombreras. —¿Preparado?

—De hecho, necesito que alguien me ayude con mi mo..

—¡Sabía que sí!— Interrumpió el rubio. —En diez minutos presentamos, quiero que estés cien porciento atento ¿Bien?

Paul asintió con seguridad.
—De eso quería hablarte, mi moño esta desata..

—¡Demonios Charlie, esa no es la marca que te dije!— Denver se largó de allí inmediatamente, dejando a Paul igual a cuando llegó.

Estar tras bambalinas era un mundo completamente diferente, no se comparaba a ningún ensayo, ya que todos sufrían la presión del momento. Paul se preguntó si el público estaría al tanto del estrés en el que vivían los artistas y peor aún, si llegaban a escuchar la horda de maldiciones que había por ahí.

De repente, una pequeña luz entre tanta gente fue su salvación. Stuart yacía junto a otro par de escenógrafos, ellos estaban ahí para ayudar a Denver con la ambientación y claro, para cuidar los trabajos que con tanto esfuerzo habían realizado.

—¡Hey Stuart!— Llamó a su amigo.

El de pecas miró a todas direcciones hasta encontrar al azabache.

—¿Cómo estás, Paul?— Preguntó.

El pelinegro se percató de un peculiar aroma, mismo que emanaba la piel del bajito. Él olía a nerviosismo, incluso mas que cualquier actor allí presente.

—¿Puedes ponerme el moño, por favor?

—Claro, ven aquí.

Paul le entregó una especie de listón color tinto, y Sutcliffe reconoció a quien le pertenecía.

—Agáchate un poco, Paulie.— Le pidió de favor, orden que acató. —¿John te prestó uno de sus trajes, no?

—¿Cómo lo sabes?

—Este traje ya lo había visto. A Win le sentaba muy bien.— Le explicó. —Aunque a tí se te ve mejor.

Paul sonrió orgulloso.

—Me veía muy guapo frente al espejo.

—¡Listo! Ya te ves mucho mas guapo.— Exclamó apenas terminó el nudo.

Las pequeñas piernas de Sutcliffe temblaban en movimientos involuntarios, en vez de permanecer quietas gracias a su papel inadvertido en la obra.

𝔽𝕠𝕣 𝕍𝕒𝕝í   ●●McLennon●●Donde viven las historias. Descúbrelo ahora