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Lunes

John se sentía terrible.

En estos momentos el joven castaño tenía un leve ataque de ansiedad, mismo que había controlado todo el día atiborrandose de comida, y no solo eso, también se calmaba clavándose las uñas en los muslos, de ese modo centraría su atención en el dolor físico, en vez de preocuparse por lo que le atormentaba.

Era sorprendente lo buen actor que era John, ni sus amigos se habían dado cuenta de que algo estaba fuera de lugar; sencillamente, John ocultaba sus sentimientos extremadamente bien.

"¿Por qué le sucede esto?" Dirán ustedes. Bueno, si el jóven Lennon odiaba la escuela obviamente tenia un motivo. Nadie lo sabía
—Ni siquiera él mismo— pero John padecía dislexia. Un tipo de dislexia muy especial, una mezcla de dislexia fonológica y dislexia superficial.

Esta condición no le permitía leer de forma fluida en voz alta, el chico se trababa e inventaba nuevas palabras; Y aunque John si podía leer en silencio —De hecho, disfrutaba de hacerlo— al leer en voz alta era una historia totalmente diferente, parecía que su cabeza y su boca no lograban ponerse de acuerdo —Aun más si se trataban de palabras desconocidas, difíciles u homónimas—
También al escribir no lograba acomodar algunas frases o palabras, por ejemplo, en lugar de escribir "Barbara", escribía algo como "Baraba"

En fin, al no tener diagnóstico nadie comprendía al muchacho, quien mucho ya tenía con ser casi ciego.
No; Los maestros desde temprana edad lo habían humillado, burlado de él y tratado de tonto. Hasta su mismo padre se enojaba al escucharlo leer, en un pasado la única persona que no le juzgaba era su madre, quien lamentablemente, ya no estaba aquí.

El día de hoy había detonado esta inseguridad, todo debido a que su maestro de química lo había llamado al frente para dictar un párrafo del libro. A John le sudaban las manos, estaba nervioso y si bien, su dislexia no era tan severa, la ansiedad la incrementaba abruptamente.

¿Es necesario decir que todo el salón se burló? Incluido su profesor. Algunos dirían que el castaño lo tenía bien merecido, después de todo, él siempre molestaba a sus compañeros y les recalcaba sus inseguridades —Tal es el caso de Thomas— ¿Pero realmente todo era la culpa de John? Lennon no nació siendo un hostigador altanero, simplemente era su forma de desviar el dolor que llegaba a sentir, y si bien esto no era ninguna excusa, sí que era un recordatorio de que todos somos humanos. Todos sufrimos a nuestra propia manera, todos procesamos el dolor diferente.

Apenas llego a su casa, el muchacho corrió a la cocina, tal era su desesperación que no saludó a Max. Tomó un bote de helado del refrigerador, una cuchara y se apresuró a subir a su cuarto.

Nada mas llegar a su habitación, se lanzó a la cama, cerró la puerta de la habitación —como si lo que iba a hacer fuera delito— y sin más, destapó aquel helado napolitano para proceder a comerlo... Mejor dicho, no lo comía, lo tragaba; El muchacho no saboreaba la comida, daría igual que aquel helado estuviera podrido o caducado, sencillamente no importaba, porque no se daba el tiempo de saborear.
No pasó mucho tiempo cuando el bote de aquella comida se quedó completamente vacío, casi totalmente limpio y fue allí cuando John cayó en cuenta de lo que había hecho.

El joven de cabello chocolate se sintió terriblemente sucio, y su repulsión aumentó aun mas al sentir su boca totalmente manchada debido a la desesperación con la que tragó. 《No, no, no, no》 Se repetía el chico, y es que en esos momentos se aborrecía, si bien aveces su autoestima parecía increíblemente alta, casi siempre detrás de esa fachada yacía el verdadero John, el que estaba lleno de inseguridades.

John odiaba su nariz, odiaba sus estupidos ciegos y pequeños ojos, odiaba ser idiota y no leer bien, pero sobre todo, odiaba estar "gordo"; puesto que, a su modo de ver las cosas, era lo único que podía controlar de su apariencia.

𝔽𝕠𝕣 𝕍𝕒𝕝í   ●●McLennon●●Donde viven las historias. Descúbrelo ahora