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Thomas se despertó adolorido, su vista nublada no podía distinguir muy bien su entorno, debido a su percepción de profundidad deficiente provocada a causa de haberse sacado el ojo.

Sabía que estaba en el hospital, y recordaba a la perfección el incidente en casa de su hermano.
El bicolor se sentía decepcionado, y algo avergonzado, era consciente de lo que había hecho y por tanto, era consciente de que no había resultados.

Daven había salido por algo de comer, lo cual brindó a Thomas con tiempo para pensar y aunque ahora estaba mutilado, apenado y frustrado, se sentía más tranquilo que en días anteriores. La rabia que había estado envenenado su alma había tomado un descanso, pues aunque el lago en su mente aún permanecía turbio, el agua ya había dejado de estar picada.

Entonces vislumbró en el umbral de la puerta la figura de un hombre pelirrojo, alto y fornido. No podía dejar de ver borroso, y pensado que era su hermano, preguntó:

—¿Encontraste que comer?

—¿No encontraste tu respuesta?— Respondieron.

A Tom se le heló la sangre un momento, la voz era de Hakoon, y como era bien sabido por su círculo cercano, la presencia de este hombre no podía significar algo bueno para él.

—Tranquilízate.— respondió el hombre. —Tu respuesta llegó.

Thomas apretó las sábanas.

—Soy tu bisabuelo.— Dijo el hombre que ahora poseía el cuerpo de Hakoon, mismo que posteriormente dejó escapar una risa. —Hace siglos nadie se sacaba un ojo, mucho menos por este motivo. Dime ¿Qué te lleva a empatizar con el lobo?

El joven respiró profundamente en busca de tranquilidad.

—Es mi amigo.

—El cazador no se hace amigo del lobo.

—Soy mecánico.

El pelirrojo volvió a reír.

—Tu oficio actual no tiene nada que ver con tu herencia. Yo fui carpintero, y también fui cazador.

—Además de vengador de una causa perdida.

Aquello no le causó risa al mayor.

—Somos hijos de Dios.

—Eso mismo dicen los cristianos.

—¿No entiendes? No somos cualquiera, somos elegidos de Dios para llevar su palabra divina y cumplir la tarea que nos dio.

—Eso dicen los americanos y a todo mundo tienen hartos.

Ambos se miraron fijamente, o por lo menos eso intentó Thomas con el  ojo que le restaba.

—Abuelo, bisabuelo, Hakoon. Quien seas... esto debe parar, han sido siglos de lo mismo, ni los católicos han sido tan perseverantes. Y Paul... tú sabes que él es inocente.

—No me digas que no has sentido las ganas de matar, la ira incontenible dentro de ti. Eres como un sabueso que no tiene presa, te urge correr tras de ella y terminarla ¿Por qué juegas al mecías? ¿Por qué vas en contra de tu naturaleza?

—Por qué soy consiente. Esto no solo hace perder a Paul, a mi también. Tengo amigos, tengo vida, quiero ser libre sin sentir toda esta ira.

—Tú vida no es para ti, es para servir a Odín.

—¿Lo has visto en el Valhalla? ¿Vale tanto la pena esto?

—Lo vale.

Thomas no se quedó callado tanto tiempo, pues ágilmente diría:

—Mi vida no vale más que la vida de Paul.

El hombre alzó una ceja.

—¿Estas seguro?

—Sí.

—Bueno, entonces supongo que podrás sacrificarte.

—Haré lo que sea. Si muero como mártir, puede que no vaya al Valhalla, pero quizá vaya al cielo cristiano ¿No?

Su bisabuelo, en cuerpo de Hakoon, soltó tremenda carcajada.

—¡El cielo está de oferta, señores!— Citó aquella frase católica. —No tienes remedio.

—Solo dime que tengo que hacer.

—Como sea. Mi lugar en el reino celestial ya está ganado. Te diré lo único que sé: Ve con Paul hacía la montaña donde se encuentra Fenrir.

—¿Hablas de la montaña que intentó matarme?— Preguntó anonadado.

—Bueno ¿No podía ser tan sencillo, verdad?

El hombre se levantó y sacudió la cabellera bicolor del muchacho.

—Mira, no tengas la cara larga. Te prometo que haré algo para que tu padre cambie.

Tom lo observó de arriba a abajo

—Hakoon no es mi padre.

—No te negaré que mi nieto es un idiota, pero él te crió. Es un poco más padre que Jensen.

—Como sea. Ya vete.

Y así lo hizo, aquel hombre se largó sin más.

Segundos después Aren y Daven entraron apresurados a la habitación, habían visto salir a Hakoon y les preocupaba que algún mal le hubiera hecho a Thomas.

—¿Estas bien?— Preguntaron al unísono

𝔽𝕠𝕣 𝕍𝕒𝕝í   ●●McLennon●●Donde viven las historias. Descúbrelo ahora