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Se encontraba preparando de cenar.

El tik tak del reloj era un detonante de nerviosismo en el cuerpo Sorna, cada segundo que pasaba se sumaba al tiempo que John llevaba fuera de casa. Casi cuatro horas, para ser exactos.
Él le había dicho que llegaría antes de la hora de cenar; y aún cuando todavía faltaban veinte minutos, un mal presentimiento latía dentro de su pecho.
John llevaba casi dos semanas pasando cada vez mas y mas tiempo lejos de casa, se apartaba y esto, obviamente, no le gustaba a la mujer.

De repente, pisadas se fueron acercando a ella, trayendo consigo un aroma a tierra mojada. Sorna suspiró de alivio al verlo ahí parado y como no, Max, totalmente faldero, iba detrás suyo.

—Hola.— Dijo John al verla. —¿Paul no está contigo?

La mujer lo observó atentamente.

—Sigue en su habitación.

Oh Ya veo.— Murmuró y luego se dio la vuelta.

—¡Winston Lennon!— Resopló ella, trayendo a John devuelta, casi como si sus palabras fueran una soga. —¿Esas son maneras de saludar? ¡Aun peor, llegas tarde!

—¡Llegué quince minutos antes!— Se defendió al momento.

—No me respondas, jovencito.— Regañó autoritaria y Lennon apretó sus labios. —No tienes ni la cordialidad de decirme a donde vas y todavía llegas así de sucio.

John entrecerró sus ojos, pues nada mas llevaba salpicadas su botas por algo de barro.

—Lo siento.— Le dijo; mas que nada, por mero compromiso.

—John, ¿Qué haces allá afuera?— Preguntó finalmente y con una expresión que era difícil de analizar.

¿Estaba enojada o preocupada?

—Nada mas paso el rato, no tienes que angustiarte.

—¡Sí tengo un porqué! No quiero que vuelvas a vagar como mendigo por las calles.

—No le veo lo malo.

Sorna masajeó las posteridad de su cabeza en una muestra de fatiga. Porque ella lo conocía bastante bien y desde muy chico; si bien, John le encantaba estar en movimiento, su vagancia por las calles le indicaba que algo lo tenía incómodo en casa.
Esta vez, no era su espíritu aventurero quien se presentaba, ella estaba segura.

—Solamente no quiero que vuelvas a los pasos de antes ¿Comprendes?— Le preguntó. —Este último año has estado muy bien.

Lennon evitó el contacto visual. Ahora no le interesaba pensar respecto al tema.

—¿Ya puedo irme?

Malhumorada, le otorgó el permiso.

—Háblale a Paul para cenar.

—Bien.

El castaño se apresuró a subir por las escaleras, quería ver a Paul y hablar con él mas que nada. En los últimos días, mientras que el apetito sexual de John disminuía, el del azabache aumentaba. Se le quedaba bastante corto y prefería no afrontar el asunto.

Cuando llegó al piso superior la puerta de la habitación resultó estar abierta. Solo entonces pudo apreciar a Paul sentado de espaldas frente a un escritorio y como este apoyaba sus codos encima de la mesa.

Se acercó de puntitas para no distraerlo.

—¡Paulie!— Exclamó justo detras suyo.

Paul se asustó y sin quererlo, echó su espalda contra el respaldo de la silla, acción que casi le cuesta caer sobre el piso.

𝔽𝕠𝕣 𝕍𝕒𝕝í   ●●McLennon●●Donde viven las historias. Descúbrelo ahora