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Aren: 2.12m
Daven: 2.4m
Hakoon: 2.7m

Bien entrados en su propio asunto, el pasional beso que habían creado los hacía cometer movimientos torpes y un tanto desesperados. Mientras tanto, sus despreocupadas bocas buscaban a sus lenguas y danzaban entre ellas.
Ahora la forma de amor enternecedor iba cambiando, surgiendo entre sus entrañas un nuevo interés, un novedoso impulso.

De repente, Paul sintió como una de las manos de John —misma que estaba sobre la espalda del pelinegro— fue bajando lentamente, todo hasta llegar a donde sus shorts y luego posar la mano sobre su redondo glúteo e inmediatamente comenzar a acariciar con delicadeza la posteridad de este. Esa no era la primera vez que John lo tocaba allí, aveces lo hacía, aunque casi al instante volvía a subir su mano. La diferencia con otras veces era que esta permaneció y cada vez más se daba la libertad de apretar la carne en el lugar.

Tal vez estaba motivado por su conversación pasada, probablemente había activado al límite su lado mas pasional y con esto, el lado carnal.

Una de las tantas cosas a las que John le huía era el cuerpo de Paul, ¿Qué si le encantaba? Obviamente sí, verlo despertaba deseo y por consecuente, miedo. Y es que era muy diferente pensar "solamente me gusta su forma de ser" a saber que otro muchacho, otro varón, era capaz de despertar instintos bajos con el sencillo hecho de dar un vistazo.
Aunque por el momento, aparentemente, había dejado a un lado ese temor.

Paul seguía sin quejarse; No obstante, le incomodaba tal toqueteo y por diversos motivos.
Él tomaba conciencia de la connotación que estos roces tenían, pues pese a no ser pudoroso con la desnudez, si que lo era en cuanto al placer de su libido despertante. Ademas, cuando John tocaba su trasero, Paul no sabía que hacer con sus propias manos ¿Acaso debía imitar a su contrario?

Un chirrido los distrajo de inmediato, tratándose del reloj despertador de John, el cual le indicaba el "inicio" de su día.

—Tengo que irme.— Dijo de mala gana y con su respiración ligeramente acelerada. —Dame permiso.

Paul se removió hacia la orilla de la cama, dejando al castaño espacio para poder levantarse.

—¿Tienes que ir hoy?— Murmuró con desanimo. —Nunca faltas.

—Para tu buena suerte, en esta semana nada más voy a asistir el día de hoy.

El azabache miró inmediatamente a Lennon, notablemente emocionado por la noción.

—¿Qué sucedió?

—Es la semana para recuperar materias reprobadas y solamente debo una asignatura.

—¡Eso es estupendo!— Exclamó contento, contagiando a John inmediatamente. —Haremos muchas cosas. Creo que te presentaré el bosque en uno de esos días.

—Ya conozco el bosque.

—¡Eso crees tú!— Bramó. —Aún existen partes vírgenes que no han sido tocadas por nadie. Son preciosas.

Curiosamente, John también tenía ganas de conocer "partes vírgenes que no han sido tocadas por nadie", aunque diferían a lo que Paul comentaba.

—Esta bien, hagámoslo.— Musitó mientras caminaba hacia el baño.  —¿Qué tanto podría haber, eh?

—Un mundo totalmente diferente.— Defendió al instante. —Te sientes tú mismo cuando estas ahí, cuando el viento menea tu crin.

—Dime a donde me llevarías.

—Hay un hermoso campo de flores y tal vez todavía no se marchita. Tambien podría llevarte a una cascada preciosa.

𝔽𝕠𝕣 𝕍𝕒𝕝í   ●●McLennon●●Donde viven las historias. Descúbrelo ahora