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La canción esta adjunta arriba.

El lila, en su carácter emocional, es asociado con el cariño, con el romance. Un color cálido y verdaderamente  dulce, capaz de robar un lamento del alma.
Stuart, en su panorama onírico, surrealista, observaba como una frondosa jacaranda iba dejando caer sus bellas flores sobre él, cubriendo su cuerpo en una suave sábana, bien envuelto en un idilio vernáculo del corazón.

Hacía frío ese día, más calor no le faltaba. Dos fuertes brazos envolvían su cuerpo, protectores y celosos de su ser. Lo cuidaban.

—No te duermas, Aren.— Musitó y a su vez, agitaba el pecho del susodicho.

Mmmgh.— Se quejó entre sí. —¿Qué pasa?

—Quiero hablar contigo.

El rubio masajeó sus párpados, librándose del cansancio que comenzaba a amenazar sus ojos.

—Dime, elfo.— Dijo seguido de un prolongado bostezo.

—¿Tenemos tiempo?— Preguntó antes que nada.

Aren tuvo que removerse para poder ver el reloj de su teléfono y así responder la duda, despojando a Stuart del calor que ofrecía su desnudez.

—Veinte minutos antes de que deba bajar al taller.— Luego corrigió. —Bueno, son quince si restamos el tiempo en el que te saco a escondidas de aquí.

Eso era relativamente poco. Sutcliffe hizo una mueca.

—Perdimos tiempo...

—¿Perder tiempo?— Preguntó con un toque de incredulidad. —Yo no perdí tiempo. Lo invertí bastante bien, de hecho.

Los dedos largos del rubio rozaron la zona pélvica del jovencito, acariciando con sus ásperas manos el área donde iniciaba el pubis.

—No me refiero a eso. Me refiero a que siempre que intentamos hablar, por mas serio que sea, pues.. terminamos así.

Ambos observaron sus cuerpos, que solamente eran cubiertos a la mitad por la cobija lila.

—Es tu culpa.— Terminó por decir el de pecas. —Todo lo transformas.

—¿Cómo que mía?— Aren rió, tal recriminación en realidad le aumentaba el ánimo. —Te recuerdo que esta vez tú fuiste quien me desabrochó el pantalón, discúlpame.

Stuart bufó y sin aceptar la culpa, golpeó el pectoral del rubio.

—Es por como me miras, sigue siendo tu culpa.

—¿Cómo te miro eh?— Interrogó alentador y de manera graciosa. —Anda, dímelo.

—Pues con tus ojos, tonto.— Masculló. —Me miras con ellos y luego lo haces. Se que es a propósito.

—Lo siento, no puedo evitar mirarte.

Sutcliffe rodó sus ojos.

—Es un conjunto, de todas formas.— Se excusó rápidamente. —También me sonríes. Constantemente estas molestándome y te ríes de ello, como si eso fuera un factor importante en tu cortejo.

Aren le hizo un puchero juguetón:
—¿Entonces no quieres tu pituficasa?.

—¡Ya!— Stuart chilló y Aren rió. —No es chistoso.

—No te enojes, elfo.— Besó su mejilla con un beso tronado. —Ya se que sí la quieres.

Entonces ahí estaba esa sonrisa, la sonrisa de Aren. Él era antipático cuando se trataba de desconocidos, aveces al punto de ser grosero; sin embargo, como amaba sonreír.

𝔽𝕠𝕣 𝕍𝕒𝕝í   ●●McLennon●●Donde viven las historias. Descúbrelo ahora