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Un muchachito de piel blanca y de boca colorada días llevaba llorando, por allá arrinconado. Paul, tan miserable, se hundía en lo que podría ser una grave depresión.
Sus adoloridos músculos, producto de llevar echado varios días, se convertían en un manta pesada que le iba robando el apetito.

—Despierta, mi niño.— Dijo una dulce voz. —No puedes dormir tanto tiempo.

—Tengo mucho sueño.— Masculló con debilidad. —Déjame descansar, Sorna.

Tan solo imaginar un rayito de luz lo fastidiaba y por ello, con ayuda de una almohada cubría su cabeza.
《La iluminación esta sobrevalorada》. Pensó el pelinegro.

—Cuatro días es mucho Paul, no puedo permitirte un quinto.— Respondió. —Tendré que avisarle a tu psicológico para que venga.

—Pues dile.— Dijo sin mas. —No me importa tener aquí a toda la guardia nacional.

Preocupada por tal comportamiento intentó brindar apoyo con agradable contacto físico: Recorrió con las uñas su fría espalda, pero lejos de relajar al jóven, tan solo obtuvo un leve empujón.

—Mi niño.— Susurró en su oído. —Te hago de comer lo que pidas.

—Pido dormir.

El joven Lennon no discrepaba demasiado al estado de Paul; en cambio, la única diferencia al momento de afrontar sus pesares era el modus operandi. Paul se apartaba sumergido en la desventura, mientras que John apenas y colocaba un pie en la mansión.

Lamentablemente, cada uno se aislaba a su característica manera.

—Se que peleaste con John ¿Por eso estas deprimido? ¿Él te dijo algo malo?

El chico guardó silencio.

—Winston también esta afligido, el otro día lo descubrí llorando.

—Me da igual.— Murmuró desconsolado. —Tan solo quiero descansar.

—¿Qué les pasa, Paulie?— Interrogó angustiada. —Hasta hace no mucho apretaban sus manitas por debajo de la mesa. Yo lo notaba, no soy tonta.

—Descubrimos cosas.— Se limitó a contestar.

—¿Esto es un corazón roto, mi vida? Habla conmigo, anda. Tomemos un poco de té y será todo. Haz un esfuerzo por mí.

Paul había leído y escuchado sobre el tema. Morir de un corazón roto parecía lo mas poético del universo, romantizado al nivel de aspirar a ello; no obstante, lo creyó imposible y ahora se daba cuenta de la amarga realidad. Sí, sí era posible, pero él no moriría, tan solo se ahogaba sin llegar a ningún punto.

—¿Qué haces cuándo la persona que te rompió el corazón ya no está?— Preguntó, anhelando que Sorna supiera la respuesta. —¿Qué haces cuándo sientes que no eres nada?

Ella lo observó sin evitar compadecerse, esos grandes ojos hazel, de por sí ya caídos, ahora estaban mucho mas entristecidos; tenían ojeras, se encontraban hinchados y algo enrojecidos producto a la salinidad que les impedía descansar.

Por último, ella respondió:

—Hablas con un ser querido.

(...)

Stuart se despidió con un beso, bajó de la motocicleta y Aren le gritó algún cumplido que lo hizo ruborizarse.
El de pecas se dirigía a casa de George. Después de mucho tiempo por fin se reunirían los tres juntos —Lennon, Harrison y él— para conversar o embriagarse. Como en los viejos tiempos.

No pasó mucho para que le abrieran la puerta después de tocar el timbre. Ahí enfrente suyo estaba George, con el cabello mas largo que de costumbre.

𝔽𝕠𝕣 𝕍𝕒𝕝í   ●●McLennon●●Donde viven las historias. Descúbrelo ahora