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Stuart observó con lujuria los fibrosos glúteos que tenía enfrente, redondos, firmes y muy bien trabajados; Aren se encontraba de pie al lado de una mesita de noche y mientras este revisaba algunas notas, Sutcliffe se deleitaba con el panorama. Su papel, hasta ahora pasivo, no le impedía disfrutar de esto. En mas de una ocasión llegó a verse reflejado en un espejo al momento del acto y  su excitación incrementaba considerablemente al poder apreciar las embestidas que le propinaba el rubio.

—Que buen trasero.— Le dijo, llamando su atención inmediatamente.

—¿Tú crees?— Respondió sonriente, orgulloso.

—Por supuesto.

Aren alzó una de sus cejas y luego curvo la otra, trayendo de este modo una mirada sumamente pícara, juguetona.

—¿Tendré que cuidarme, elfo?— Interrogó, a la par que subía sobre la cama. —¿Planeas hacerme algo?

Stuart soltó una risita al encontrarse acorralado por el rubio.

—No planeo hacer nada y aunque quiera, no creo que te alcance.

—De todos modos voy a cuidarme.— Respondió, para después repartir pequeños besos a lo largo de su cuello.

Resultaba gracioso que, estando en compañía de Sutcliffe, aquel muchacho tan grande parecía ser domado. Casi siempre cáustico y apartado, se volvía dócil con suma facilidad; mas ahora que, dejándose acicalar por el muchacho, ronroneaba de mero gusto mientras descansaba encima su pecho.
Los mechones rubios de su cabello lacio y sus caderas afiladas, eran recorridas por las ligeras manos de Stuart. Desde su perspectiva artística, cada caricia se convertía en una pincelada en aquella tersa piel y con ello, plasmaba de manera invisible una parte de su ser.

—Aren.— Susurró en su oído. —¿Ya estas dormido?

—Aun no.— Bostezó. —Tengo que llevarte a tu casa.

—Puedo regresar solo, se que autobuses tomar.

《Por mas que me duela caminar》.

—Esta oscureciendo y el centro se vuelve peligroso cuando es de noche.— Le dijo. —Tan siquiera deja que te lleve a tomar el autobús.

—Bien.— Murmuró. —Pero de eso no quería hablarte.

El rubio se removió, quedando tumbado sobre un costado suyo.

—¿Qué pasa, ratón?

Stuart suspiró con pesadumbre, esperando que Aren no se molestara por lo que estaba a punto de decirle.

—¿Has hablado con Daven?— Acabó preguntando.

—Todos los días, vivimos en la misma casa de hecho.

Stuart decidió no comentar nada respecto a esa mala broma.

—Me refiero a esto.— Carraspeó. —A lo nuestro.

El rubio tuvo que ronquear su garganta gracias a tal pregunta.

—No, no lo he hecho.

—¿Y no crees que ya lo sepa?— Le preguntó con cierta timidez  —Me parece que quedamos demasiado exhibidos el otro día.

—Es que él no me ha dicho nada, Stuart, seguimos igual.

—Tal vez espera a que lo hagas por tu cuenta. Cuando yo salí del clóset mis hermanas ya lo sabían.

—N-no lo sé ¿Cómo se supone que lo sepa?

—Es un presentimiento.— Dijo calmo, esperando que Aren no llegara al punto de exaltarse. —No quiero que Thomas sea el último en saberlo, por eso te pregunto esto a tí.

𝔽𝕠𝕣 𝕍𝕒𝕝í   ●●McLennon●●Donde viven las historias. Descúbrelo ahora