EL SISTEMA DEL ORGULLOSO DEMONIO INMORTAL

CAPÍTULO II: ¿QUÉ RUTINA DE BELLEZA TIENES PARA LA PIEL? (PARTE I)

[Advertencia: ¡¡¡Limpie este desastre inmediatamente o será calificado como FDP!!!]

Luo Binghe —quien se encontraba de pie en esos momentos— tenía todas las miradas puestas sobre él.

Si eso no se debía a que su Shizun hubiese dicho repentinamente su nombre —indicando con ello que sería uno de los pocos discípulos privilegiados que lo acompañarían a esta misión— posiblemente era el resultado del fuerte estruendo provocado por sus cuencos de comida rompiéndose contra el suelo y haciéndose añicos.

 

Notando la mirada fija de Shen Qingqiu sobre él rápidamente ahuecó sus manos a modo de disculpa y se apresuró a limpiar el desastre que había hecho.

Tendría mucha suerte si decidían no golpearlo como una forma de hacerlo pagar por romper los tazones de comida (tal y como todos los objetos que pertenecían a una Secta prestigiosa como lo era Cang Qiong, los cuencos no estaban hechos de simple porcelana sino de los huesos de los Elefantes Tigre blancos del Norte).

Dicho material era difícil de conseguir y el proceso para alisar el hueso, darle forma y tallarlo hasta convertirlo en algo tan delicado y extravagante era extremadamente difícil.

Un humano común y corriente que poseyera el rango de noble tendría que gastar más de la mitad de su fortuna y tierras para poder comprar tan solo uno de estos tazones.

 

Sin embargo para la Secta de la Montaña Cang Qiong —aunque no resultaban baratos— su obtención tampoco era un problema ya que estos cuencos podían ser reemplazados fácilmente por otros debido a que cada Pico tenía platos y utensilios del mismo material (siendo lo único que los diferenciaba el grabado que poseían y que representaba a cada una de las 12 cumbres).

Esa debía ser la primera vez desde que Shen Qingqiu se había convertido en Señor de Pico que uno de esos cuencos se rompía.

No obstante el incidente no debería ser motivo de mayor alboroto —sobre todo si se tomaba en cuenta que el Pico Bai Zhan había destrozado innumerables cosas valiosas—.

¿En verdad iba a tener que dar esa gran explicación tan solo por haber roto dos tazones de comida?

Porque el Señor demoníaco sabía que su Shizun y Ming Fan se valdrían de cualquier excusa para golpearlo hasta reducirlo a una masa de carne y sangre.

 

Aunque —si lo pensaba bien— tal explicación sería ridícula debido a que los cultivadores de una Secta prominente no eran gente común y corriente (quienes de ninguna manera —por ricos que fueran— podrían reemplazar jamás un objeto como ese).

— ¡Ah!

El adolescente se vio forzado a salir de sus pensamientos en cuanto sintió un dolor punzante: Se había hecho un corte profundo en la mano al agarrar distraídamente un fragmento de hueso bastante afilado y parecido a una navaja.

El demonio —por costumbre— sacudió su mano y siguió recogiendo los pedazos restantes que había en el suelo antes de tirarlos dónde correspondían.