FIN DEL CAPÍTULO XXVI

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A la mañana siguiente Liu Qingge salió de la posada mucho antes que el sol se asomara por el horizonte. Para cuando Shen Qingqiu había terminado de ayudar a Mu Qingfang a crear el antídoto solo habían pasado unos cuantos shichenes y el Dios de Bai Zhan ya había regresado.


El erudito salió a ver cuantos demonios había sido capaz de cazar y al ver al guerrero casi vomita sangre ya que –parado justo a su lado y vistiendo túnicas negras– estaba Luo Binghe quien –a pesar de haber cambiado su rostro usando algún tipo de hechizo–fue capaz de reconocer de inmediato.


¡Ese mocoso descarado!


– ¿Ah? ¿Quién es él, Liu Shidi? – preguntó Mu Qingfang a espaldas de Shen Qingqiu.


– Un cultivador errante. Me ayudó a capturar a todos estos demonios– respondió mientras dejaba caer a los pequeños seres que tenía atados contra el suelo.


Los cuerpos emitieron un ruido sordo al caer pero el Dios de la Guerra tan solo se cruzó de brazos, indiferente.


Ante esa señal Luo Binghe hizo una reverencia frente a ambos hombres a modo de saludo.


–Mi nombre es Jin Feng Qing. Escuché sobre está ciudad mientras viajaba y sentí que debía prestar mi ayuda hasta donde mis capacidades me lo permitieran. Es un honor conocer a los Señores de Pico de la Secta de la Montaña Cang Qiong.


Durante los siguientes shichenes Mu Qingfang se las arregló para crear un antídoto para el veneno que los sembradores esparcían con su toque siendo alcanzados todos ellos poco tiempo después por el resto de los discípulos del Palacio Huan Hua quienes –al ver a los culpables finalmente capturados– rápidamente lo reportaron a su líder de Secta.


Shen Qingqiu y Luo Binghe pasaron el resto del día lanzándose miradas furtivas, pretendiendo no conocerse.


Muy pronto los Líderes de las Sectas involucradas en la investigación arribaron a la Ciudad de Jin Lan. Los ciudadanos sobrevivientes estaban rodeando a los cultivadores, esperando ver las acciones que estos tomarían contra los demonios que habían matado a sus vecinos y seres queridos.


– Señor de Pico Shen, es un gran alivio verlo aquí. No creo que exista alguien más versado en cuanto a demonios se refiere que el Señor del Pico de Eruditos. Dígame ¿Cómo sugiere que nos encarguemos de estas pestes? – preguntó el Viejo Maestro del Palacio con una expresión afable en el rostro.


– Tiene un concepto muy alto de mí, Maestro del Palacio. Es obligatorio para el Señor del Pico Qing Jing estudiar todos y cada uno de los libros y pergaminos que se encuentran en la biblioteca de dicha cumbre– respondió Shen Qingqiu con cordialidad mientras cubría la parte inferior de su rostro con su abanico, ocultando así su expresión de desdén.


Odiaba las adulaciones, especialmente cuando provenían de alguien que ostentaba un estatus más alto que el suyo.


También ignoró por completo la mirada que Yue Qingyuan le dirigió.


EL SISTEMA DEL ORGULLOSO DEMONIO INMORTALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora