CONTINUACIÓN DEL CAPÍTULO XXIV

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Shen Qingqiu y Liu Qingee llegaron al Palacio Huan Hua juntos y –a pesar que el Dios de Bai Zhan había querido viajar volando en espada– el erudito lo había obligado a mantener un bajo perfil, forzándolo a viajar en una carroza tirada por caballos.


Al llegar a las afueras del territorio de la Secta un grupo de discípulos veteranos ya los estaba esperando justo en el borde de la barrera y presentaron ante ellos un par de tarjetas de jade que servían como una especie de llave.


Fue así como ambos Señor de Pico finalmente pudieron atravesar la barrera de defensa y llevar a cabo su misión.


Los prosélitos que anteriormente los habían recibido tenían órdenes estrictas de llevarlos inmediatamente con el Viejo Maestro del Palacio en cuanto llegaran.


Liu Qingge notó que Shen Qingqiu parecía estar conversando ligeramente con ese grupo de estudiantes y –al verlos– chasqueó la lengua en silencio.


Su hermano marcial les preguntaba cuánto tiempo habían sido discípulos del Palacio Huan Hua, si se esforzaban lo suficiente en cultivar, quienes pensaban que eran los discípulos más talentosos y prometedores dentro de la Secta y más cosas de ese estilo.


Por supuesto le llevó bastante tiempo al guerrero darse cuenta que –para Shen Qingqiu– su investigación había comenzado en el momento en que ambos recibieron los pases de jade.


El guerrero no había pensado en realidad la forma en la que obtendrían la información que necesitaban y se molestó bastante por no haberse percatado antes del plan tan obvio del erudito.


Sabía a la perfección que Shen Qingqiu era la segunda autoridad más alta de los 12 Picos y que se especializaba en estrategias –y no solo en literatura y música–. Pero eso de ninguna manera podía quitarle la molesta sensación en el pecho producida por el hecho de saber que –como guerrero– en esos momentos él no podía hacer nada más que observar.


Sabía muy bien que su presencia solo se había requerido en esta misión para que pudiera intervenir en caso que las cosas se tornaran caóticas y su poder marcial como Señor del Pico Bai Zhan fuera requerido.


Años atrás Liu Qingee hubiera pensado que las acciones de Shen Qingqiu eran la prueba irrefutable de que era una serpiente venenosa ya que los alumnos a los cuales cuestionaba estaban más que dispuestos a contestar todas y cada una de sus preguntas.


Era como si la forma tan cuidadosa en la que había elegido preguntarles fueran en realidad un despliegue de numerosos hechizos meticulosamente ocultos en sus palabras y que hacía que los jóvenes bajaran la guardia para de esa forma quedar vulnerables ante los brutales ataques verbales que su hermano marcial llevaba acabo, destilando sus palabras –además– un veneno inconfundible.


Esos idiotas no se daban cuenta que prácticamente estaban dándoles toda la información requerida para destruirlos tanto a ellos como a su Secta.


Cuando fueron finalmente capaces de llegar a la Sala del Trono y encontrarse con el Viejo Maestro del Palacio los discípulos que los acompañaban se movilizaron hacia las paredes de la estancia circular en la que ahora se encontraban. Su Líder de Secta estaba sentado en el estrado y su hija estaba de pie junto a él con una expresión calmada y arrogante en el rostro.

EL SISTEMA DEL ORGULLOSO DEMONIO INMORTALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora