CAPÍTULO XXV: BIEN, ESTO ES INCÓMODO

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– ¡Señor* Luo! ¡Muchas gracias por recibirme!


Tras decir eso el demonio frente a él le hizo una profunda reverencia.


– Habla. ¿Qué pretendes? – preguntó Luo Binghe mientras apoyaba su barbilla en la palma de su mano.


La postura en la que se encontraba sentado contrastaba profundamente con el porte propio y respetuoso que había tenido cuando era un discípulo ya que –en lugar de una postura con la espalda recta y las rodillas perfectamente alineadas sobre el piso mientras apoyaba las manos sobre su regazo y erguía orgullosamente la cabeza– estaba recargado hacia un lado de su Trono y adoptaba una postura que resultaba más casual.


El demonio tosió ligeramente antes de aclararse la garganta y reír nerviosamente.


– Verá, Señor Luo, tengo una hija. Ella es muy hermosa y conoce las costumbres humanas. También, como demonio, se ha entrenado en el arte de la guerra – la mirada que Luo Binghe le dirigió (diciéndole que se apurara a ir al grano) hizo que el demonio pasara saliva con fuerza– Mi Señor, han pasado tres años desde que su Imperio quedó establecido. Este humilde súbdito pensó que quizá en ese tiempo usted podría estar buscando una esposa. Y-Y que posea linaje humano no es un secreto por lo que este humilde súbdito pensó simplemente en sugerirle como opción a su hija. ¡Pienso que ella será de su completo agrado!


Luo Binghe miró fijamente al demonio (el cuál había comenzado a sudar profusamente a causa de los nervios).


Por supuesto que sus verdaderas intenciones eran tener una gran ventaja sobre los demás al casar a su hija con el poderoso y joven Señor Demoníaco.


– Mobei Jun– espetó el mestizo dirigiéndose al demonio de hielo que estaba parado a su lado derecho y el cuál asintió con la cabeza a modo de respuesta antes que ambos hombres regresaran su atención al demonio que estaba frente a ellos.


El súbdito demoníaco comenzó a tartamudear y a entrar en pánico, intentando desesperadamente componer la situación.


Pero ya era demasiado tarde.


Una sombra imponente se cernió sobre él al mismo tiempo que sentía una helada ráfaga de viento y era tragado por un portal.


El mecanismo era muy parecido a abrir una puerta trampa y dejar caer a la persona al fondo solo que –en lugar de eso– la persona sería transportada fuera del Palacio.


Luo Binghe suspiró, molesto.


No quería a su lado a una mujer con grandes pechos, a una inocente, una que fuera una fiera o a alguien de hermosura exótica. Tampoco quería a una doncella reservada, modesta, tímida o que poseyera una belleza sin igual. Había tenido a todo ese tipo de mujeres en su vida anterior y todas lo habían dejado insatisfecho.


Ya había tomado una decisión muchísimo antes de renacer en ese nuevo mundo.


EL SISTEMA DEL ORGULLOSO DEMONIO INMORTALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora