CAPÍTULO IX: PERDIENDO PESO DE FORMA ÉPICA (PARTE II)

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Deseo sus núcleos espirituales...

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Mientras Luo Binghe y el resto de los discípulos se retiraban de la residencia Zhang el demonio celestial sintió como un par de ojos afilados los observaban.


— Shizun— susurró.


— También puedo sentirlo. No hagas nada por ahora — murmuró el inmortal a modo de respuesta.


El menor obedeció aunque no deseaba hacerlo. Quería obtener la ventaja de la situación y atacar al sospechoso de inmediato para así poder interrogarlo y acabar con todo este asunto de una vez por todas.


Sin embargo ni él ni el erudito podían sentir un atisbo de energía demoníaca proveniente de esa persona y lo último que necesitaban era lanzar un ataque furtivo sobre un simple mortal únicamente porque este los estaba espiando.


Al parecer eso era algo que las Sectas justas —como Cang Qiong— no hacían.


El grupo de discípulos se separó en dos. Las mujeres se reunieron por un lado mientras los varones formaban parejas.


Como el discípulo principal que era Luo Binghe debía ir con su Shizun.


Ambos estuvieron buscando pistas e interrogando personas por un largo tiempo y —dado que esta aldea se encontraba muy lejos del Pico Qing Jing— Shen Qingqiu no frecuentaba los burdeles que se habían establecido en ese lugar por lo que conseguir información les terminó costando tres veces más que la última vez.


Al parecer se rumoraba que una de las cortesanas más populares del pueblo era una bruja. Las malas lenguas decían que ella había maldecido a un hombre para que este perdiera su órgano viril la noche siguiente a la que sostuvieron relaciones ya que el hombre no le había pagado. El aludido estuvo haciendo un gran alboroto por días (que solo se disipó cuando su familia, avergonzada, lo encerró).


De cualquier forma eso había sido suficiente para que la reputación de la cortesana —junto con la del establecimiento— se empañara.


El joven Emperador tuvo que contener su arraigado hábito de ir a socorrer a las mujeres que se desmayaban de la impresión o de consolar a las que estaban angustiadas.


¡Ahora era un hombre diferente!


Discípulo y Maestro tenían nueva información pero ninguna pista al respecto por lo que se dirigieron a un lugar en el cuál ambos podrían beber té y discutir los hechos.


Además de escuchar las habladurías de la gente, por supuesto.


— ¿Has ofrendado algo esta semana? Quizá, si suficientes devotos presentan sus ofrendas esta situación tan mala se acabe.


— Quiero hacerlo pero a últimas fechas hemos tenido dificultades. Mi estúpido hijo se cayó de un árbol y la afilada rama cortó un pedazo de su pierna. Gran parte de nuestro dinero se ha ido en sus medicinas y no podemos permitirnos comprar incienso.

EL SISTEMA DEL ORGULLOSO DEMONIO INMORTALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora