CAPÍTULO XXIX: ¿VENDRÁS A LA REUNIÓN FAMILIAR?

1.4K 257 19
                                    


El tribunal se inundó de bullicios.


La multitud alzaba cada vez más la voz al tiempo que cada uno de los presentes intentaba expresar la incredulidad ante lo que sus ojos veían.


Tanto escándalo hacía que la cabeza de Shen Qingqiu diera vueltas y el ver una brillante flama de color rojo en la frente de Luo Binghe –la inconfundible marca que lo hacía un demonio celestial, para ser más precisos– provocó su cabeza se quedara en blanco mientras que su corazón dejaba de latir.


Has arruinado todo ¡¡Tú, pequeña bestia estúpida!! ¡¿Pero que diablos estás planeando?!


Luo Binghe, como si fuera capaz de sentir su turbulencia interna –y dejando de lado el hecho que la sangre demoníaca dentro de él incrementaba esa posibilidad– le sonrió de forma tranquilizadora, haciendo que su rostro mortalmente pálido comenzara a tornarse ligeramente rojo por lo que apartó la mirada de la pequeña bestia y –en su lugar– la posó en Su Xiyan –quien estaba de pie en medio de la sala con una aura digna y magnánima emanando de ella, como si perteneciera a la realeza–.


Su presencia hacía que todos estuvieran muy nerviosos.


Sin embargo la cultivadora simplemente miraba al Viejo Maestro del Palacio de una manera admirablemente decidida, determinada e inquebrantable. Su rostro –por otra parte– no mostraba emoción alguna.


Luo Binghe se aclaró la garganta. Era un sonido que no debió de haberse escuchado debido al alboroto de la sala y que –sin embargo, al oírlo– todos guardaron silencio.


– L...Luo Binghe ¡¿Qué significa esto?! – exigió saber uno de los presentes.


– ¡Es un Demonio Celestial!


– ¡¿Su Xiyan está viva?!


– Él dijo que era su madre. Entonces eso significa que ella y Tian Lang Jun...


– ¡Pero el Viejo Maestro del Palacio declaró haberla visto morir con sus propios ojos!


La joven dio un paso hacia enfrente y el resto de los presentes se inclinó cada vez más hacia adelante, indispuestos a perderse un solo detalle de sus palabras o acciones.


Justo en el momento en que los labios de la mujer se abrieron para poder hablar alguien la interrumpió.


– ¡A-Su! ¿De verdad eres tú? – gritó el Viejo Maestro del Palacio desde el lugar en el que se encontraba y de dónde se había levantado abruptamente de su asiento.


Su voz había perdido toda la compostura que se suponía debía mantener cuando la llamó ya que la emoción de volver a verla lo desbordaba.


Los inmortales presentes intercambiaron miradas entre ellos. Algunas cultivadoras incluso habían posado su mano sobre su pecho, se habían cubierto la boca con una de sus manos o limpiaban con un pañuelo las lágrimas que caían de sus ojos.

EL SISTEMA DEL ORGULLOSO DEMONIO INMORTALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora