CAPÍTULO I: TEN CUIDADO CON LO QUE DESEAS

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[Información correspondiente al alma del usuario 100% completada.]

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[Comando de Activación del Sistema: "Esto es en verdad injusto" Aceptado.]

[Procediendo a crear mundo alterno...]



Luo Binghe parpadeó y después abrió los ojos. La extraña luz azulada que brillaba frente a él lo despertó de sus ensoñaciones.


Al principio creyó que alguna de sus esposas lo había ido a buscar a sus aposentos usando una perla nocturna luminiscente —ya fuera para obtener su atención o pedirle algún favor—.


Fue entonces que comenzó a despabilarse y un sentimiento de desorientación se asentó en su interior ante el ambiente desconocido —pero dolorosamente familiar— que lo rodeaba.


Un penetrante olor a suciedad, heno y madera recién cortada invadió sus fosas nasales. También pudo sentir el cálido fuego de una fogata cobijándolo desde algún lugar en la distancia —y que contrastaba fuertemente con el duro y frío piso en el cuál se encontraba recostado—.


Los rayos del sol y un viento penetrante se colaban a través de las grietas de las paredes de yeso.


El pánico (¿Cuándo había sido la última vez que había experimentado ese sentimiento?) comenzó a hacerse presente en el corazón del Señor demoníaco.


Podía recordar haber usado a Xin Mo para lograr salir de aquel horrible mundo.


El otro mundo en el que su alter ego era débil y en el que Shen Qingqiu lo había mirado de forma amable y lleno de preocupación hasta que se percató que no era el Luo Binghe correcto.


Recordó la sensación que le produjo tener a ese hombre bajo sus manos, permitiéndole hacer con él la clase de indecencias por las cuales su Shen Qingqiu le hubiera escupido en la cara.


Recordó como su Maestro y su otro yo lo atacaron perfectamente sincronizados el uno con el otro —razón por la cuál habían podido derrotarlo—.


También recordaba haberle dirigido unas últimas palabras a ese amable Shizun —sin saber realmente por qué y deseando desesperadamente que el inmortal lo siguiera a través de la grieta interdimensional—.


Recordaba estar observando a ambas versiones alternativas mientras los celos le llenaban la boca al mismo tiempo que atravesaba el portal que Xin Mo había creado en el aire en un intento de devolverlo a su mundo —lugar en el que, al llegar, se dedicaría a lamerse las heridas—.


Lo último que recordaba haber visto antes de cruzar la grieta dimensional era a ese amable Shizun preocupándose por las lesiones que su otro yo tenía y las cuales —por cierto— comenzaban a sanar rápidamente.

EL SISTEMA DEL ORGULLOSO DEMONIO INMORTALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora