CONTINUACIÓN DEL CAPÍTULO VII

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Shen Qingqiu y él pasaron unas pocas semanas iguales a esa antes que los rumores comenzaran a esparcirse por el Pico Qing Jing.


La gran preguna era... ¿Por qué Luo Binghe se estaba quedando en la casa de bambú si ya estaba recuperado por completo?


— Escuché que recurrió a artes oscuras para hechizar a Shizun.


— Yo escuché que Shizun lo estaba castigando y que por las noches lo mantenía encerrado.


— Según yo, Shizun quedó impresionado con las habilidades que exhibió durante su pelea con el viejo demonio y le está dando entrenamiento especial.


— Yo escuché que Shizun lo estaba preparando para que se convirtiera en el próximo discípulo principal.


— Pues yo escuché que Luo Shidi se había valido de su bonita cara para... tú sabes.


— No piensas que ellos sean así, ¿verdad?


— ¡De ninguna manera! ¡Shizun lo mataría antes que algo así pasara!


— Además Shizun ha estado pasando menos tiempo dentro de la casa de bambú. Solo vuelve a ella cuando es hora de cenar.


— Es exactamente por eso que pienso que son de esa forma.


— Cierto. Luo Shidi nunca se queda con nosotros una vez que las lecciones concluyen. Siempre se va a la casa de bambú a cocinar y hacer las labores domésticas para tener todo listo una vez que Shizun vuelva.


— ¿Esas no son las responsabilidades de una esposa?


¡¡Cállate!! ¿Qué pasaría si Shizun los escucha chismeando de esa manera? ¿¡Acaso todos ustedes pretenden acabar siendo azotados con el látigo?!


— Por supuesto que no. Volvamos a concentrarnos en el entrenamiento.


Para desgracia de todos algunos rumores se las arreglaron para salir de Qing Jing y esparcirse en otro lugar.


Luo Binghe acababa de regresar a la casa de bambú y el sol aún brillaba bastante debido a que era una tarde calurosa.


Se limpió el sudor de la frente y arrojó a un lado la bolsa con los ingredientes que había pedido le fuesen entregados en la cocina comunal —usando como pretexto que eran órdenes de Shen Qingqiu—.


No tenía que preocuparse por esa mentira porque sabía que a su Shizun le gustaría tanto la comida que prepararía con ellos que no podría quejarse.


Honestamente —si su cultivo no fuera tan alto— estaba seguro que el inmortal ya habría subido un par de kilos. Sin embargo su delgada y esbelta figura permanecía tan elegante como siempre.

EL SISTEMA DEL ORGULLOSO DEMONIO INMORTALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora