CONTINUACIÓN DEL CAPÍTULO VI

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Cuando el sol se puso Shen Qingqiu regresó a su casa de bambú.


Siendo un inmortal su cuerpo ya no requería ciertas cosas pero sería incapaz de funcionar de manera óptima sin ellas.


Dormir —por ejemplo— era una de "esas cosas".

El casi haber tenido una desviación de qi, obligar a su Shidi a salir de una, tener que lidiar con una invasión demoníaca y que todo eso hubiera sucedido de forma sucesiva prácticamente lo habían dejado exhausto por lo que —al empujar la puerta de su morada— se detuvo en seco en cuanto se percató de la presencia de alguien más en el interior.

Y no era simplemente alguien más.

Dentro de su casa estaba la pequeña bestia.

Había olvidado por completo la conversación unilateral que había tenido con Mu Qingfang ese mismo día y en la cuál —si tenía que ser honesto— no había puesto particular atención.

Lo único que tenía claro es que debía vigilar a la pequeña alimaña y que el médico estaría yendo a su casa para revisar el progreso de sus lesiones.

Al pasar por la puerta de la habitación lateral vio al niño recostado sobre el piso.

Parecía como si estuviera muerto, pero aún respiraba.

Si respiraba entonces estaba bien.

Shen Qingqiu lo vigilaría si con eso eludía a los otros Señores de Pico y evitaba que estuvieran molestándolo todo el tiempo.


Dándole la espalda al mocoso se dirigió hacia su propia habitación e hizo un suave movimiento con su muñeca mientras caminaba.


Las perlas luminiscentes que iluminaban la casa de bambú se apagaron y las dos figuras masculinas —ambas en lados opuestos de la casa— se entregaron a la oscuridad del sueño.

EL SISTEMA DEL ORGULLOSO DEMONIO INMORTALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora