CONTINUACIÓN DEL CAPÍTULO XV

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Pasó un poco más de tiempo y una noche mientras Shen Jiu transfería energía espiritual a Luo Binghe el demonio notó un ligero cambio en la expresión de su Maestro.


Tras eso hubo un ligero silencio entre ambos.


– Mu Shidi – comenzó a decir el cultivador – me ha dicho que una vez concluida la sesión de hoy te habrás recuperado lo suficiente como para ser capaz de estar de pie por ti mismo y caminar sin problema.


– Todo esto es gracias a las generosas sesiones nocturnas que Shizun comparte conmigo.


Luo Binghe pudo escuchar como su Maestro murmuraba un "pequeña bestia" antes de continuar hablando.


– Si en verdad estás tan agradecido, entonces no permitas que la energía espiritual de este Maestro se desperdicie de ese modo. Espero que me pagues apropiadamente este favor. Ahora que has sanado lo suficiente, comienza a entrenar y prepárate para participar en la Conferencia de la Alianza Inmortal.


– Sí, Shizun.


Luo Binghe estaba más que ansioso por retomar la actividad física.


Tener que permanecer acostado en una cama incluso cuando sentía que podía caminar por su cuenta era bastante agotador.


La única ventaja que le había traído estar de esa forma había sido que había podido enfocarse en cultivar y volverse más fuerte y, –aunque tener que participar en la Conferencia no lo entusiasmaba– a estas alturas debería ser lo suficientemente fuerte como para poder derrotar a la Pitón Rinoceronte Luna Negra una vez que se liberara el sello de su sangre y su herencia demoníaca quedara expuesta.


Más tarde esa noche, volvió al mundo onírico de Shen Jiu, aunque esta vez no hurgó en sus recuerdos.


Había aprendido a la mala lo frágil que podía ser la estabilidad mental de su Shizun cuando no estaba preparado para enfrentar las cosas.


No, esta vez era simple curiosidad.


¿Qué era lo que soñaba Shen Qingqiu?


Al mirar su paisaje onírico se percató que todo en él era confuso y que su visión periférica era borrosa.


No había ningún sonido acompañándolo y los colores se veían deslavados y opacos.


Cuando fue capaz de asimilar cierta parte de ese sueño se dio cuenta que su ensoñación no se trataba de un recuerdo en realidad.


Frente a él había un extenso prado de color verde y había un niño pequeño sentado justo bajo un árbol mientras miraba el extraño cielo nocturno.


Ese cielo –por extraño que fuera– era de un color púrpura (en lugar de negro o azul profundo) y en él había muchas más estrellas –muchas más de las que un cielo real tenía–.

EL SISTEMA DEL ORGULLOSO DEMONIO INMORTALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora