EL SISTEMA DEL ORGULLOSO DEMONIO INMORTAL

FIN DEL CAPÍTULO XII

– Espero que hayas aprendido la lección y no vuelvas a hacer cosas a espaldas de este Maestro.

La voz de Shen Qingqiu era fría.

Luo Binghe lo fulminó con la mirada mientras el resto de los discípulos pasaban saliva de forma ansiosa, siendo el suspenso algo casi tangible.

– ¡Este discípulo ha aprendido la lección! – respondió Ming Fan.

Dando un ligero movimiento de cabeza a modo de afirmación, Shen Qingqiu formó un sello con los dedos e hizo que Xiu Ya cortara el collar de cables de vinculación inmortal que portaba el adolescente, restaurando así la energía espiritual en su cuerpo.

Una discípula de Qian Cao se encontraba cerca para auxiliarlo ya que –tras haber tenido su cultivo restringido por tanto tiempo– no había forma de saber si el repentino flujo de energía espiritual podría causarle a Ming Fan una desviación de qi.

La alumna de la cumbre médica se acercó a él y le tocó la cabeza para ver si Ming Fan tenía fiebre antes de tomar el pulso de su muñeca y voltearse hacia Shen Qingqiu, confirmándole así que el muchacho no presentaba complicación alguna.

Tras dar una reverencia respetuosa, volvió a su Pico.

– Este Maestro está seguro que eres consciente del atraso que tus habilidades presentan si se comparan a las de tus compañeros. Por lo tanto, si eres incapaz de alcanzar rápidamente el nivel en el que están ahora, no te molestes en llamarte a ti mismo discípulo mío nunca más.

Con estas palabras Shen Qingqiu autorizó a sus prosélitos ir a cenar.

Ming Fan se les uniría al entrenamiento temprano por la mañana.

Ning Yingying se acercó a Luo Binghe y entrelazó uno de sus brazos con el del joven.

– ¡Ha pasado tanto desde la última vez que hablamos! Siempre estás cocinando para Shizun ¿Acaso te ha olvidado de tu Shijie? Hay algo que se llama ser excesivamente filial ¿Lo sabes? – la chica se burló de él, soltando su brazo para alborotarle el cabello, despeinando la pulcra cola de caballo que tenía.

– Mañana tenemos tiempo libre para estudiar después de las lecciones sobre técnica de espada. Ning Shijie y yo podremos hablar entonces ¿Sí?

Luo Binghe se rio tras ver el puchero en la cara de la chica al tiempo que apartaba ligeramente la mano de su hermana marcial de la de él.

Recientemente ella había cambiado un poco.

Quizá le daba esa impresión porque no habían interactuado demasiado, pero ella ya no revoloteaba a su alrededor llamándolo "¡A-Luo!, ¡ A-Luo!".

La doncella parecía estar madurando y ahora lo trataba más como un hermano marcial y como un querido amigo.

La naturaleza de Ning Yingying era molesta amable e indulgente pero ahora parecía ser más independiente, ingeniosa e inteligente.

Luo Binghe no se había percatado de ello, pero él también había cambiado.

Cuando había despertado en este mundo por primera vez tenía la firme idea que Shen Qingqiu era una figura de arcilla a la que él moldearía a su voluntad... lo moldearía en un Shizun amable y cariñoso que se preocupaba por él.

Pero ahora prácticamente había olvidado ese objetivo y perseguía otra meta.

Ahora lo que más deseaba era curar las heridas emocionales de Shen Jiu y que ambos se volvieran aún más cercanos... quizá lo suficientemente cercanos como para incluso poder amarse recíprocamente el uno al otro...

Pero –por ahora– estaba complacido con las amenas conversaciones que ambos tenían, los chismes de los que hablaban, las burlas mutuas con las que se provocaban y la calidez que se formaba en su pecho con cada comida que compartían juntos.

Mientras cocinaba los alimentos que serviría durante la cena, la puerta de la casa de bambú se abrió violentamente.

Y, –como no podía ser de otro modo– Liu Qingge apareció en el umbral.

– ¿Qué crees que estás haciendo? – Shen Qingqiu colocó sobre la mesa la taza de té que bebía anteriormente, mirando fijamente a su hermano marcial por el rabillo del ojo.

– Quiero desafiarte.

En la cocina el aceite hirviendo salpicó el dorso de la mano de Luo Binghe cuando escuchó las palabras del Dios de la Guerra.