CAPÍTULO XXI: UN ALMA PERDIDA Y EL REENCUENTRO CON UNA ESPADA

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– Oye, ¿Escuchaste eso?


– ¿De qué hablas? ¿Qué cosa?


– ¡Shen Qingqiu se volvió loco!


– ¡Mientes! Estuvo en la reunión de los Señores de Pico que se llevó a cabo esta mañana. Yo mismo lo vi dirigirse al Pico Qiong Ding con mis propios ojos. Se encontraba perfectamente.


– Bueno, recuerdas lo que pasó en la Conferencia de la Alianza Inmortal ¿Cierto? Su discípulo principal fue asesinado por un Señor demoníaco.


– Sí, eso fue lo que escuché. Ese demonio debió haber sido muy fuerte porque Shen Qingqiu resultó tan gravemente herido que fue incapaz de salir de su Pico durante todo un mes. Resulta aterrador pensar en el final que tuvo su discípulo.


– Todo lo que quedó de él fueron los fragmentos rotos de su espada. Shen Qingqiu se negó a entregar los miles de pedazos y los enterró en su Pico. Los discípulos de Qing Jing dicen que ha estado vagando por todo el lugar como si hubiese perdido su alma.


– ¡Con toda seguridad él ha cambiado! Sí, es una pérdida trágica, pero estar de luto no es algo típico de él.


– Escuché que solía odiar intensamente a ese discípulo.


– Ah~ ¿Por qué ese muchacho tenía que ir a la Conferencia y morir? Parecía que su existencia comenzaba a hacer que Shen Qingqiu empezara a ser más amable.


– ¡Shhh! Incluso si no eres discípulo de Qing Jing últimamente ha estado de tan mal humor que podría hacer que el Líder de Secta Yue te expulse de Cang Qiong por hablar de ese modo de él.


– En efecto, así es. Por suerte no somos discípulos de su Pico. Solamente puedo imaginarme lo cruel que se ha vuelto después de haber perdido su alma.


Shang Qinghua colocó sobre el escritorio el pincel que anteriormente tenía en la mano y se presionó con los dedos el puente de la nariz.


No había podido hablar con Shen Qingqiu desde que se había llevado a cabo la Conferencia, y de eso hacía ya un mes.


Pero verlo en la reunión que se había llevado a cabo en la mañana hizo que los rumores que se extendían por toda la Secta sobre él se volvieran algo verídico.


El escuchar a los chismosos discípulos de An Ding conversando justo afuera de su ventana hacía muy difícil para él poder concentrarse.


Por primera vez había sido capaz de adelantar un poco de su trabajo y –a juzgar por la luz que se filtraba afuera de su ventana– ya estaba a punto de anochecer. Por ello puso en orden sus pergaminos, pinceles y suministros de tinta y decidió que dormiría un poco antes de cenar.


Justo en ese momento un discípulo apareció frente a él trayendo sobre una charola la comida blanda que sería su cena esa noche.

EL SISTEMA DEL ORGULLOSO DEMONIO INMORTALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora