FIN DEL CAPÍTULO XI

1.6K 320 37
                                    


A la mañana siguiente Luo Binghe estaba dejando la casa de bambú para dirigirse a la cocina comunitaria por algunos ingredientes.


En su camino hacia allá, se topó con Ning Yingying.


El cabello de la chica estaba trenzado y arreglado de tal manera que su trenza formaba una curva que se doblaba y se cruzaba a sí misma para después colgar con soltura a ambos lados de su cara hasta convertirse en dos coletas que estaban sin trenzar y de las cuales colgaban dos listones de color naranja, dando la imagen de una perfecta, inocente y enérgica joven.


– ¡A-Luo! – gritó la doncella al verlo y antes de correr hacia él.


El Rey demonio aún no podía acostumbrarse al extraño sentimiento que le producía verla tan solo como una hermana en esta segunda vida.


– Buenos días, Ning Shijie.


– ¿Por qué no me llamas Yingying? – en su rostro se dibujó un puchero juguetón.


Sin embargo Luo Binghe –conociéndola como lo hacía desde hacía mucho– sabía que ella estaba preocupada por la forma en la que había sido llamada pero que su innato miedo a la confrontación le impedía decírselo directamente.


– Ser ahora el discípulo principal de Qing Jing no significa que los demás vayan a dejar de hacerme la vida imposible por lo que solo podemos llamarnos por nuestros nombres de pila cuando estemos a solas. Al mantener la distancia entre ambos ellos tampoco tendrán una idea equivocada de ti – espetó el demonio en voz baja mientras ambos caminaban hacia el comedor y observaban a otros discípulos haciendo fila e intentando contener sus bostezos.


Como el Señor demoníaco bien sabía, el primero en llegar era el primero en comer.


Ming Fan – como primer tarea por la mañana – solía hacer que sus lacayos le dieran una paliza para así retrasarlo. De este modo, cuando lograba llegar al comedor, todo lo que podía encontrar para comer eran las sobras frías de gachas de arroz al fondo de una olla y un cuenco de sopa derramado sobre el asiento donde Ning Yingying solía sentarse.


También sería recibido por un montón de discípulos riéndose disimuladamente mientras le ofrecían a su amiga disculpas falsas por haber derramado la sopa.


– Oh, tienes razón. Lo siento. En verdad jamás pensé que las cosas podrían malinterpretarse – los ojos de su Shijie se clavaron en el sucio sendero que aún recorrían mientras se dedicaba a mirarse los pies conforme seguían avanzando.


El tono de la joven dejaba entrever que ella no solo se refería a este momento, sino que estaba pensando en el tiempo que habían compartido en el pasado.


Oírla hablar de ese modo causó conmoción al demonio ya que la forma en la que ella solía disculparse solía ser de manera alegre y poco seria.


Ella jamás se había disculpado de esa forma, al menos no con él.


EL SISTEMA DEL ORGULLOSO DEMONIO INMORTALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora