CONTINUACIÓN DEL CAPÍTULO XVII

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Shen Qingqiu se había estado abanicando perezosamente mientras apoyaba su abanico contra su pecho.


Daba la imagen perfecta de un inmortal altivo.


Acababa de apostar unas cuantas piedras espirituales a favor de Luo Binghe (esta había sido la única forma en la que había expresado lo orgulloso que sentía del muchacho).


Durante años había lidiado con cultivadores de alto estatus que siempre lo miraban con desprecio a pesar que no tenían ni idea de sus verdaderos orígenes.


Todos esos bastardos presuntuosos pensaban del mismo modo: Si no provenías de una familia renombrada –sin importar si esta era o no de cultivadores– eras completamente incapaz de tener éxito en el mundo del cultivo.


Sabía que el Viejo Maestro del Palacio tenía fuertes sospechas con respecto a cómo un discípulo del cuál nunca antes habían escuchado se las había arreglado para hacerse con el puesto de discípulo principal y –posteriormente– convertirse en Señor del Pico Qing Jing –una posición altamente codiciada debido al poder y la riqueza que conllevaba tenerla–.


Ver a ese viejo mirar boquiabierto la imagen de Luo Binghe que era transmitida por la pantalla frente a ellos no fue tan satisfactorio como pensó que sería.


Parecía que el Líder de Secta estaba interesado en su discípulo no por las habilidades marciales que poseía o por el hecho que un discípulo tan poderoso proviniera del Pico Qing Jing.


Su fascinación se debía a algo más.


Antes que pudiera discernir el tipo de mirada que reflejaba ese hombre se escucharon gritos provenientes de la pantalla en la que veía a Luo Binghe. Todos los inmortales pudieron ver a un demonio emergiendo de las aguas del río (el cuál estaba capturando a varios discípulos mientras movía con maestría las hebras de sus largos cabellos negros para meterlos dentro de los poros de la piel de los jóvenes y seguir con su siguiente víctima una vez que las anteriores habían sido privadas de energía vital).


Ser testigo de algo como eso fue horroroso.


De inmediato quienes presenciaron el terrible acto se pusieron de pie para poder montar sus espadas y prestar ayuda a los discípulos atrapados dentro de la barrera.


Sin previo aviso se escuchó un agudo chillido demoníaco proveniente de las pantallas de cristal antes que estas se volvieran completamente negras y dejaran de transmitir imágenes de lo que estaba sucediendo.


Los enormes cristales se hicieron pedazos casi enseguida después de eso.


Shen Qingqiu supo de inmediato que esto no se trataba de un simple demonio que se había colado a través de sus defensas. Lo que veía antes sus ojos era un ataque premeditado por parte del reino demoníaco y –para su desgracia– Luo Binghe se encontraba con un montón de idiotas inútiles que lo arrastrarían a la muerte si él no hacía algo al respecto.


Se negaba a admitir la forma en la que la muerte de Luo Binghe lo haría sentir por lo que decidió que estaría furioso si su discípulo estrella moría protegiendo o los discípulos incompetentes de las otras Sectas participantes.


— ¡Rápido! ¡Abran la barrera para que los jóvenes puedan escapar! — gritó alguien.


Antes que Yue Qingyuan respondiera, Shen Qingqiu ya había tomado la palabra y miraba a la persona responsable de decir semejante disparate de forma exasperada.


– ¿Y supongo que también debemos permitirles a los demonios escapar? ¿Dejarlos causar destrozos en la aldea que rodea al desfiladero?– el cultivador desenvainó su espada haciendo que la persona que anteriormente había hablado se encogiera de miedo– Por lo menos los niños dentro de la barrera tienen cierto nivel de cultivo– el inmortal dirigió su atención a Yue Qingyuan y continuó hablando– Necesitamos atravesar la barrera para poder prestar la ayuda que necesitan y llevar a los discípulos a un lugar seguro. Solo entonces podremos erradicar a los demonios que se atrevieron a emboscarnos.


Por un momento Yue Qingyuan mostró en su rostro una expresión fiera la cuál desapareció de sus facciones en un parpadeo.


Tras ese pequeño despliegue de emociones el Líder de Cang Qiong asintió con la cabeza mientras usaba su energía espiritual para levitar su espada envainada y –saltando sobre ella– se dirigió a todos aquellos que fueran capaces de seguirle el paso y quisieran ayudar a salvar a los discípulos.


Shen Qingqiu también saltó sobre Xiu Ya y se dirigió directamente hacia donde Luo Binghe –y ese montón de discípulos inútiles que lo usaban como escudo– se encontraban.

EL SISTEMA DEL ORGULLOSO DEMONIO INMORTALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora