– ¿¡QUÉ?!
El estruendo que hicieron los pergaminos y documentos al caer contra el suelo fue seguido del agudo y penetrante sonido de exclamación de Shang Qinghua.
Sha Hualing y Ai Zhihua –que se habían quedado dormidas en los muebles contiguos después de terminar de burlarse del chico hámster– se despertaron sobresaltadas.
La Santa demoníaca –por instinto– intentó ponerse de pie –ignorando por completo que, durante su pequeña siesta, la cola de la súcubo se había enrollado alrededor de su tobillo– por lo que tropezó y –con ello– provocó que la chica de cabellos azules gritara de dolor.
Luo Binghe se frotó las sienes.
Todo ese alboroto –combinado con los susurros violentos de Xin Mo como respuesta a la irritación que sentía en ese momento– solo incrementaban la intensidad de su dolor de cabeza.
– ¡¿Te encontraste con Shen Qingqiu cuando fuiste a investigar?! ¡¿Y fue arrestado?!
Shang Qinghua estaba actuando como si fuera el fin del mundo.
– No pude hacer nada para probar su inocencia sin que eso lo hiciera parecer aún más culpable de todos los cargos que se le imputaban– respondió Luo Binghe mientras se dejaba caer sobre una silla vacía, apoyando sus codos sobre sus rodillas y sosteniendo el peso de su cabeza sobre una de las palmas de su mano, misma que colocó contra su sien.
Después de haber aprisionado a Shen Qingqiu e interrogar a los sembradores dejó que los cultivadores hicieran con los pequeños demonios lo que les viniera en gana e inventó una excusa para poder irse de Ciudad Jinlan y –una vez que estuvo lejos de la vista de todos– rápidamente abrió un portal dimensional hacia su Palacio con la ayuda de Xin Mo, regresando al mundo demoníaco.
El hecho que apareciera en el aire –literalmente de la nada– hizo que Shang Qinghua casi muriera sobre su escritorio al verlo.
El demonio le explicó brevemente a los presentes lo que había pasado en Ciudad Jinlan, dándoles órdenes para que investigaran a los sembradores antes de llegar a la parte en la que Shen Qingqiu había sido tomado como prisionero y comentar abiertamente la situación que lo tenía entre la espada y la pared en ese momento.
– Ah, Mí Señor... ¿Por qué hizo eso? – preguntó el cultivador de forma dubitativa.
– ¿Qué cosa? – gruñó Luo Binghe a modo de respuesta mientras mantenía los ojos cerrados.
– ¿Por qué defendería a Shen Qingqiu? Umh, quiero decir ¿Acaso no lo trató siempre de una manera horrible?
El escritor honestamente no sabía que le había ocurrido a su pareja de protagonista-villano.
Pensaba que algo había pasado entre ellos que los había vuelto mucho más accesibles y menos crueles si se los comparaba con su forma de ser en la novela original ya que –después de todo– su invencible protagonista no solo no había querido ser odiado por su Maestro sino que –por voluntad propia– había saltado al Abismo.
Su villano escoria –por otra parte– tras ese incidente se había comportado como una doncella a la cual le habían roto el corazón.
La luz a su alrededor repentinamente se apagó por completo y todo lo que pudo escuchar fue el gemido ahogado de Ai Zhihua y la risita burlona de Sha Hualing antes de alzar la cabeza y ver a Luo Binghe mirándolo con una expresión seria e iracunda.
El Señor de An Ding literalmente sintió que su corazón había caído a sus pies.
Se acabó. Yo y mi gran bocota. Estoy a punto de morir.
– Si valoras tu vida no volverás a hablar mal de Shizun.
– Claro, por supuesto. Mis más sinceras disculpas, Mi Señor.
La voz de Shang Qinghua fue rápida y aguda. El frío y profuso sudor que emanaba de todo su ser hacía que sus túnicas se pegaran a su cuerpo.
La repentina presencia de Mobei Jun detrás de él –y el fuerte descenso de temperatura que siguió a ello– hizo imposible que no temblara.
– Regresaré al mundo humano. Debo hacer todo lo que esté en mis manos para limpiar este desastre ya que en parte soy responsable de los hechos por haber dejado que esos demonios sembradores causaran estragos en Ciudad Jinlan – Luo Binghe miró a Mobei Jun, detrás del cuál Shang Qinghua se había ocultado– Dejaré que resuelvas los asuntos en el Reino demoníaco según tu criterio hasta que regrese– el demonio llevó su mano hacia su espalda y desenvainó a Xin Mo. Posteriormente se viró para mirar a ambas demonesas – Sha Hualing, apoyarás a Mobei Jun con las labores administrativas. Te quedas a cargo de las tropas, como siempre. Si ocurre un ataque mientras estoy fuera, notifícamelo de inmediato. Ai Zhihua, tú vienes conmigo.
Sha Hualing se reclinó hacia atrás sobre el sofá al tiempo que la súcubo se ponía de pie. Su cola puntiguada se movía de un lado a otro mientras una mirada pícara se reflejaba en su rostro.
– ¿Qué necesitas de mí? – preguntó.
– Planeo infiltrarme en la Prisión de Agua pero no puedo arriesgarme a causar un alboroto. Necesito que, en silencio, te ocupes de los guardias.
Los ojos de la demonesa prácticamente brillaron al escucharlo.
Había pasado mucho tiempo desde que fue capaz de tener tanta diversión.
Sin decir más palabras Luo Binghe y Ai Zhihua desaparecieron al cruzar la grieta en el aire.
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EL SISTEMA DEL ORGULLOSO DEMONIO INMORTAL
FanfictionDespués de pelear contra Bing mei, Bingge decidió regresar a su propio mundo. Sin embargo, un extraño accidente provocado por Xin Mo ocasionó que el Rey demonio volviese a tener 14 años (lo cual significaba que no poseía energía demoníaca, apenas po...