FIN DEL CAPÍTULO V

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[¡Felicitaciones! ¡La misión "El Dios de la Guerra" se completó exitosamente~!

¡+250 puntos B!

¡+ 10 puntos de frescura!]



¿Así que el Sistema seguía siendo tacaño con los puntos de frescura, eh?


Sin embargo dicha encomienda no había sido tan complicada —por más que hubiera usado una mayor cantidad de energía espiritual de la que en realidad había querido utilizar—.


Si las cosas sucedían como antes y terminaba enfrentándose al demonio del Martillo Celestial entonces —esta vez— tendría como ventaja ese ligero aumento de energía.


Su agilidad aún dejaba mucho que desear —si se la comparaba con la que había adquirido todos esos años que entrenó en el Abismo Infinito y la que posteriormente obtuvo tras su salida de aquel infierno— pero de algo debería servirle ya que en esta segunda vida contaba con una amplia experiencia en combate cuerpo a cuerpo y conocía las técnicas marciales de su enemigo (todo gracias al enfrentamiento que habían tenido en el pasado).


No era como si estuviera en una situación tan desesperada.


Al ver a Shen Qingqiu descender de su espada corrió de inmediato —y lo más rápido que pudo— hacia el lugar en el que estaban a punto de llevarse los encuentros marciales.


Sabía que el incidente del sello de mano sería mencionado por su Shizun tarde o temprano (razón por la que ya había pensado en que excusa inventar).


Con suerte Shen Qingqiu la creería.


Mientras corría en la dirección correcta —guiado por el aroma del humo y el sonido de gritos y espadas chocando unas contra otras— pasó al lado de varios discípulos (quienes portaban túnicas de diversos tonos cuyos colores representaban a los diferentes Picos de Cang Qiong y  además presentaban múltiples y diversas lesiones: algunos tenían quemaduras y otros recibieron varios cortes aunque —al parecer— ninguna parte de sus cuerpos había sido amputada por lo que podía decir sin temor a equivocarse que los demonios solo estaban jugando con ellos).


Pronto llegó a donde todos los discípulos se agrupaban de espaldas a él por lo que —a empujones— se abrió paso entre ellos, deseando poder llegar hasta la parte frontal de las filas.


— ¡Ah! — exclamó alguien con sorpresa.


La voz le resultaba familiar.


El adolescente giró la cabeza y se encontró con Liu Mingyan —quien tenía su velo puesto y había sido empujada con su hombro—.


Era bastante probable que la hubiera hecho tropezar.


De manera apresurada murmuró una disculpa y siguió avanzando hacia adelante sin percatarse que los brillantes ojos de la chica se tiñeron de rosa en las esquinas.

EL SISTEMA DEL ORGULLOSO DEMONIO INMORTALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora