Capítulo 14

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Nos encontrabamos viendo cada moto que había en el lugar, íbamos viendo una por una, ella no sabía de estas cosas, sé que solo se dejaría llevar por la más bonita, así que mientras las especificaciones las daba él encargado de venta, yo descartaba...

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Nos encontrabamos viendo cada moto que había en el lugar, íbamos viendo una por una, ella no sabía de estas cosas, sé que solo se dejaría llevar por la más bonita, así que mientras las especificaciones las daba él encargado de venta, yo descartaba las opciones.

Sofía dejó ir un ahogado chillido y me jaló hasta llegar a una que estaba increíble, una Harley Davison Custom 1250, es preciosa, negra pero con detalles en blancos, y con los diseños del escape y toda la mecánica en color cobre, un lujo, solo había un pequeño detatelle.

—No llegarás.

—¿Qué?

—Tus brazos —le expliqué— No llegarán, tendrás que esforzate mucho y te cansarás, no será cómoda para ti.

Ella la miró y soltó un mohín afligido, es que es muy larga y del asiento al manubrio hay mucha distancia, no llegará con facilidad. Seguimos viendo más opciones miramos una Ducati diavel increible, no le gustó, estaba una Lamborghini en un estilo bastante clásico, no le gustó, ella me señaló una con una gran sonrisa y sus ojos brillando. Una ducati multistrada 1260 s roja, es bellísima, hay que aceptarlo la niñita tiene buenos gustos. Ella se montó notando que quedaba a la perfección, estaba hecha justo para ella, el encargado me dió los detalles, asientos ajustables, una potencia de 158 cv y el velocimetro alcanza hasta los 7,500 revoluciones por minuto.

—Esta es —dijo ella.

—Pues esta es entonces.

No se dijo nada más, hicimos unas cuantas pruebas asegurandonos de todo, ella hasta le compró accesorios a la moto, unas maletas laterales negras con detalles en rojo que la hacía ver mucho mejor, eso solo lo compró porque así estaba en el poster y los cascos estaban de puta madre, negros con mínimos detalles en rojo. Ella le dió una tarjeta de crédito negra al tipo y llenó un formulario.

—¿Cómo explicarás a tu padre que hacen falta más de veinte mil dolares en su cuenta?

—se encogió de hombros— Ya veré.

—¿Y dónde la esconderás?

—En el garage —dijo obvia— Mi padre nunca entra, su chofer siempre saca y guarda los autos.

Espero algún día ser igual de rico y que me importé poco si mi hija gasta veinte mil dolares en una moto, tener personal para cada cosa y un chofer que haga todo por mi hasta el punto de nunca pisar el garage de mi propia casa, si, esa si es vida.

Y lo seré, sé que lo seré, quizás de una manera más... sucia, un poco más ilegal, pero lo seré y eso es lo que cuenta.

Le entregaron las llaves, ella con mucha emoción se subió a su ahora nueva moto, tenía una enorme sonrisa en su rostro que increiblemente logró contagiarme.

—¿Qué esperas?

—¿Segura que estás preparada?

—Obvio que si.

Corrupción Letal Donde viven las historias. Descúbrelo ahora