Capítulo 48

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Tomé el pequeño cofre aterciopelado entre mis dedos mirando su contenido, una real y extravagante pieza de joyería

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Tomé el pequeño cofre aterciopelado entre mis dedos mirando su contenido, una real y extravagante pieza de joyería. Quién fuera que la mirara quedaría sin habla, pues el diamante negro que adornaba robaba el aliento.

Lo conseguí hace varios días atrás. Yo no soy mucho de sorprenderme, mucho menos con algo como la joyería, pero cuando vi esa maravilla no pude resistirme. Es una pieza extravagante y única, pues el zafiro negro es una de las piedras preciosas más raras y difíciles de conseguir. Todo un lujo.

Cerré la caja guardándola en el bolsillo interior de mi chaqueta, tomé mis pertenencias y salí de mi apartamento yendo a casa de los Walsh. Al llegar me encontré con Sofía quién me esperaba en ropa deportiva, se postró frente a mi de brazos cruzados, muy seria.

Por un momento un extraño sentimiento llegó a mi, pues ella no me recibió con la usual sonrisa alegre. Sé que está molesta conmigo, sé que la he cagado.

—Jace... —saludó con voz neutral.

—Sofía.

Mi estúpido y culpable corazón no soportó ese saludo tan distante de su parte.

Es lo que merezco.

—¿Cuánto tendré que pagarte por mis clases?

—No es necesario...

—No quiero nada gratis, mucho menos si lo haces por lástima. Dime cuanto es —me exigió.

—¿Qué? No lo hago por lástima.

Rodó sus ojos con fastidio. Ya no me cree nada de lo que le digo.

—Solo dime un maldito precio.

—¡No lo sé! Si tanto quieres pagarme, págame lo que se te de la maldita gana Sofía.

Miré su mandíbula tensarse por unos segundos para luego tragar.

¿Tú si eres imbecil no? Encima que la cagas, le hablas así.

Me arrepentí al instante de haberlo hecho, si que soy un imbecil. Cuando abrí mi boca para disculparme ella se apresuró a hablar.

—Bien, cincuenta dólares la hora, andando.

¿Cincuenta dólares la hora? ¿Está loca? Me está prácticamente regalando el dinero.

Le reproché su decisión diciéndole que eso es una cantidad exagerada, pero me ignoró a lo grande. Caminó hacia el patio no sin antes darme una mirada llena de total frialdad.

Hoy será un largo día.

El entrenamiento empezó, a penas y cruzamos palabras para nada más que lo necesario, ella hacía lo que yo le decía sin protestar. A la hora de enfrentarse a mi, ella tiró el primer golpe, noté la rabia en su mirada, se lanzaba a mi con todo su enojo, yo la dejé golpearme, dejé que descargara todo lo que estaba sintiendo hacia mi, sé que lo está disfrutando.

Corrupción Letal Donde viven las historias. Descúbrelo ahora