Capítulo 62

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Mi padre está muerto

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Mi padre está muerto.

Jodidamente muerto.

Ya no tengo ni mamá, ni papá. Quedé sola en este mundo.

Toda la familia que tenía ya no está. Mis padres eran lo único que tenía y lo perdí, lo perdí para siempre. Ya no volveré a ver sus rostros nunca más, no volveré a escuchar sus voces, no volveré a sentir sus abrazos ¿Cómo se supone que superaré eso? No tengo ni idea.

Ahora lo único que tengo en mente es salvar a la única persona que me queda, porque tampoco puedo perderla, me rehuso.

Mi madre murió. Mi padre murió y eso... eso lo cambia todo.

Entré al edificio donde tomé el elevador para dirigirme al piso que necesitaba ir. Fue inevitable verme en el reflejo del espejo, ya sabía que no tenía buen aspecto, pero no sabía que era tan terrible, luzco del asco. Se notan las libras que he bajado, las ojeras no podrían pasar por desapercibidas jamás y mis ojos están tan rojos e inflamados de tanto llorar que a penas y puedo ver bien. ¿Hace cuánto no me paso un peine por mi cabello? No lo sé, pero la coleta que traigo desde hace días ya se nota enredada y desastrosa. Pero eso es lo de menos.

Las puertas del asensor se abrieron y salí. Pasé por el pasillo hasta encontrar la puerta con el apellido Pitterson. Golpeé tres veces exactas y hasta que escuché el permiso para entrar lo hice.

El hombre de sus treinta y tantos años  se levantó de su asiento al verme, con sorpresa y a la vez esa lástima con la que todos me miran desde hace dos semanas.

—Señorita Walsh, no la esperaba por aquí hoy.

—Si, sé que no llamé, lo siento.

—No hay problemas, siéntese, por favor.

Sin muchos ánimos me senté frente a su escritorio y él volvió a tomar asiento. Recostó su espalda a la silla y entrelazó sus manos sobre su regazo, mirándome atento.

—Lamento mucho lo de su padre.

Tantas personas lamentando lo de mi madre, y ahora otras muchas personas lamentarán lo de mi padre. No quiero escuchar sus condolencias, ya no más.

Di mi mejor sonrisa, tan forzada que seguro y se notó.

—Gracias.

—Dígame ¿Qué puedo hacer por usted?

—¿Recuerda el caso del amigo que le comenté? —él asintió— Bueno, necesito proceder, ahora.

Durante toda una semana pasé contactando a los supuestos mejores abogados de la ciudad y hasta del maldito estado, pero todos me decían lo mismo: que sin un caso no se podía proceder legalmente, teníamos que esperar. Pero yo ya me harte de esperar. 

Contacté a esos abogados con la esperanza de que todo pudiera solucionarse por la vía legal, aunque con Trevor trabajé en un plan B de fuga, mi meta no era acudir a eso. No porque me importaran las leyes ni mucho menos, simplemente porque no quería condenar a Jace a una vida de prófugo. Mi meta era evitar a toda costa que él llevara una vida escondiéndose, privándose de la libertad ¿Cuál hubiera sido el punto de eso? Si yo lo quiero tan libre como pueda serlo.

Corrupción Letal Donde viven las historias. Descúbrelo ahora