Sofía Walsh, la niña prodigio de un futuro brillante y prometedor vivía su vida encerrada en una burbuja de falsa felicidad. Creía tener la vida perfecta, una familia perfecta, un novio perfecto y el plan de vida perfecto. Hasta que la pandilla más...
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La noche seguía siendo todo un exito, del lado del cabaret todo marchaba justo como debería, las chicas hacían lo suyo, bailaban como diosas y los clientes disfrutaban el espectáculo.
Con Jace fuimos hacia la zona A, el ambiente estaba muy enérgico, la instalación de luces había quedado genial, la música tenía a la gente bailando y divirtiéndose.
—Está mejor de lo que planeé —le dije elevando mi voz.
—asintió contento— Todo marcha bien.
Miré a los chicos hacer lo suyo en distintos puntos del lugar. Noté que habían varias caras conocidas del instituto, entre ellas las secuaces de Maya, pero no ella, seguro la mandaron a un convento luego de haber sacado a la luz su video.
Mi corazón se detuvo cuando vi a Zoe entre la gente, me giré rápidamente para que no me viera ¿Qué hace aquí?
—¿Qué pasa? —me preguntó Jace.
—Zoe está aquí.
—él volteó a ver buscándola— Oh... Puedes ir al otro lado, yo me quedaré un poco más por aquí.
No le debatí, pues no podía arriesgarme a que Zoe me viera, así que salí de ahí cruzándome al otro lado, respiré con alivio yendo hacia la barra para pedir un trago, sé que no puedo escapar mucho más, también sé, que la verdad no estará por siempre oculta, en algún momento la bomba explotará, pero aún no estoy preparada.
Miré a Charlie entrar, cuando me vió caminó hacia mi.
—¿Pasó algo?
—él negó— No, solo miré a Jace allá, supuse que tú estabas aquí sola.
—Ah... —sonreí— Va todo muy bien ¿no?
Él asintió a la vez que miraba su alrededor. Teníamos casi todas las mesas llenas y eso para mi es más de lo que imaginé.
—Si, me gusta todo el concepto, es interesante.
—Es lo que buscaba.
—¿Cómo es que acabaste metida en esto? —inquirió curioso.
Una pregunta que definitivamente no veía venir ¿Cómo responder a eso? Ni siquiera yo lo sé, de un momento a otro solo... sucedió.
—reí— Es... una historia muy loca.
Se acomodó en su asiento y pidió un trago.
—Soy todo oídos.
—Pues... si ves que Jace es bastante peculiar ¿no? —ambos reímos— Poco a poco comencé a descubrir que andaba metido en cosas raras. Un día lo espié hablando contigo, lo agarré con las manos en la masa y yo solo... quise hacerlo. Lo escuché hablar de drogas contigo y no lo sé, solo quise ser parte de ello. Fue difícil convencerlo pero... insistí tanto.
