Capítulo 58

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—Escorpiones —susurró

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—Escorpiones —susurró.

Mierda, eso definitivamente no es nada bueno. Hay escorpiones en mi casa y no deben de haber pocos, seguro tienen invadido el lugar y nosotros estamos solos, sin refuerzos ¿Cómo saldré viva de esto?

—Juez Walsh ¿Dónde está su hijita? —logré escuchar a pesar de que la puerta estaba cerrada ya.

—Váyanse, con solo una llamada tendré aquí a todo el cuerpo policial y no saldrán libres de esta —lo amenazó mi padre.

—Si eso lo hace sentir mejor, por favor, hágalo.

¿Qué? Esa es una respuesta que ciertamente no se ve venir ¿Cómo por qué permitirían que mi padre llamara a la policía? Si no les molesta que haga eso es porque seguro hay tantos hombres allá afuera que muy difícilmente se dejarían vencer. En ningún momento escuché a mi padre hablar por teléfono, quizás no lo hizo porque quizás era todo una trampa.

—Tengo que sacarte de aquí de inmediato, estar encerrados en esta habitación no nos beneficia.

Mi respuesta solo fue un asentimiento. Él sabe que confío en él y en su juicio. Dijo que teníamos que salir e ir hacia la cochera pero por la puerta de adentro, pues afuera debe de estar plagado de escorpiones. No refuté su idea. Jace y yo salimos y caminamos en completo silencio hacia el área del comedor, para después girar por el pasillo y dar con la puerta de la cochera.

En el área del comedor nos escondimos lo mejor posible, desde este punto podíamos ver lo que estaba sucediendo. Solo nos detendríamos un momento para poder ver el panorama de lo que sucedia allá en la fiesta y qué podíamos esperar en cuanto a cantidad de hombres. Eran varios, todos armados, pero como siempre era uno el que estaba al frente, liderando. Este tipo alto, robusto y de cabello negro caminó por todo el salón con paciencia, se comió algunos bocadillos y bebió un poco de champán.

—Está deliciosa la comida eh, ustedes los ricos tiene un paladar muy fino.

Él caminó de nuevo a donde estaba anteriormente dándome la espalda.

—Bien, ahora... querido juez, estamos aquí porque usted no nos dió los resultados que tan amablemente le pedimos.

—Les dije mil veces que yo no puedo sacar a Armando de la cárcel —les respondió mi padre con cansancio.

—Y nosotros le dijimos mil veces que buscara la manera de hacerlo —el tipo cargó su arma apuntándole— ¿Dónde está tu hijita?

Jace me agarró con fuerza al ver mi impulso de salir de mi escondite, forcejeé con él pero obviamente fue inútil, jamás vencería esa fuerza bruta.

—No está—respondió mi padre.

—¿La cumpleañera no está en su fiesta de cumpleaños? —el tipo rió— ¿Me crees estúpido? Hoy no tengo tanta paciencia como quisiera Walsh, dime donde está.

Corrupción Letal Donde viven las historias. Descúbrelo ahora