Capítulo 45

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Me bajé de mi moto junto a Trevor, detrás de mi venían los demás

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Me bajé de mi moto junto a Trevor, detrás de mi venían los demás. El silencio de la noche era ensordecedor, no había nadie en todo nuestro alrededor. Eso es algo bueno. Divisé mi objetivo a unos metros de distancia, un bar el cual ya llevaba cerrado muchos años, el exterior se miraba ya dañado y desgastado por el tiempo.

—¿Listos? —pregunté.

Escuché a todos cargar sus respectivas armas, eso era un si. Tomé mi glock revisando las balas, la cargué y la guardé nuevamente, luego revisé la carga de mi rifle C7. Contamos con artillería pesada, con un total de quince hombres, nada puede salir mal.

—Que no quede ni uno vivo.

Con esa orden dicha caminamos hasta el bar. La puerta estaba cerrada, así que de una patada forcé la cerradura abriéndonos paso. Entramos haciendo saltar de la impresión a todos los que se encontraban dentro, cierto que el lugar tenía años de no operar públicamente, aún así, la música sonaba a un volumen decente y el licor podía inundar mis fosas nasales. Algunos lograron reaccionar rápidamente para tomar sus armas y apuntarnos.

Jamas pensé que esto sería fácil.

Los miré bien, con detalle, todos tenían el asqueroso escorpión tatuado y lo sé porque, la principal regla para ser uno de ellos es, el tatuaje debe de estar visible, no puede esconderse, algo que solo me simplificaba el proceso de reconocimiento. Sin esperar un segundo más, abrí fuego contra esos insectos asquerosos.

Todos mis hombres comenzaron a disparar junto a mi, por supuesto que recibimos disparos en defensa, ya no gozábamos con la libertad de estar parados justo en plena entrada, buscamos refugio donde podíamos para evitar las balas.

—¡Pide refuerzos! —gritó uno de los escorpiones.

Mierda, si vienen más esto será más complicado de lo que pensé, hay que acabarlos. Miré a Trevor quien comprendió lo que trataba de comunicarle, hay que hacer esto rápido.

—¡Acábenlos! —grité yo a mis hombres.

Todos asintieron y así salimos contra todo pronóstico, huyendo de las balas a cómo podíamos, disparando a todo lo que respiraba del sentido contrario. Cuando mi carga del rifle se acabó, saqué mi glock.

El fuego cesó conforme las muertes subían, el suelo del lugar estaba regado de cuerpos ya inertes, era un real baño de sangre. De mis hombres habían caído tres y uno estaba bastante herido. Caminé entre los cadáveres siempre en posición de disparar. Trevor con los otros se dedicaron a explorar el lugar, quizás habían más escondidos, que es lo más probable.

Rodeé la barra, debajo de esta había uno. Un hombre ya algo mayor, sin embargo podía ver la cola ponzoñosa dibujada en su cuello. Lo obligué a levantarse aún apuntándole.

—¿Quién eres? ¿Qué quieres? —me preguntó.

—Lo que quería ya lo cumplí.

—¿Para quién trabajas?

Corrupción Letal Donde viven las historias. Descúbrelo ahora