Capítulo 35

374 39 5
                                    

Me levanté mareado y con mi cabeza doliendo, llevé mi mano a esta viendo cómo mis dedos se llenaban de sangre, nada que no pueda manejar

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Me levanté mareado y con mi cabeza doliendo, llevé mi mano a esta viendo cómo mis dedos se llenaban de sangre, nada que no pueda manejar.

¿Ese idiota creyó que podría vencerme así de fácil? Eh recibido golpes más fuertes que ese.

Escuché los gritos de Sofía, mi pecho se contrajo al escucharla, me apuré y bajé lo más rápido y silencioso que pude, tomé un fierro que estaba en el suelo, me acerqué hacia el último de los hombres, golpeando su cabeza con toda mis fuerzas.

Cayó desplomado al piso, su cabeza comenzó a chorrear sangre dejando rápidamente un charco por debajo de esta, tomé su arma y para cuando le disparé al segundo los otros se voltearon alarmados apuntando. Corrí para esconderme detrás de un muro, me asomé, solo uno tenía a Sofía ya, tengo que ser rápido y preciso.

Una bala llegó casi dándome, y otra seguida de esa. Tomé bien el arma y salí del otro lado disparándole al tercero justo en su pecho, yo mismo me sorprendí de mi puntería, pues no tengo tanta experiencia que digamos con las armas.

Quizás solo fue suerte y no quiero cagarla. Mis sentidos se pusieron alerta cuando escuché la orden de sacar a Sofía, solo quedan dos.

Salí sin importarme mucho la vida, ya ni me importa si me disparan o no, lo único que importa ahora es evitar a toda costa que se la lleven. Vi cómo el que la llevaba comenzaba a caminar, le disparé al cuarto, en este caso el que parecía ser el jefe, pero como dije, había sido suerte, esta vez solo le di en su pierna.

Ella me miró y apunté hacia el que la tenía, mi disparo se desvió al sentir la bala que me impactó, bajé mi vista a mi brazo, la sangre comenzaba a chorrear del orificio en mi piel. Escuché a Sofía gritar haciéndome voltear a verla, le dió un codazo en la nariz al hombre ocasionando que la soltara cayendo de bruces.

Alcé mi arma y le descargué el resto de balas, una tras otra, sin descanso, con toda la furia que sentía, nadie se atreve a tocarla. Cayó más que muerto.

El último que quedaba me disparó una vez más, dándome justo en la pierna, haciéndome caer. El dolor me hizo apretar mis dientes, mis ojos ya no podían ver con la misma claridad, era todo borroso, aún así pude ver a Sofía caminar hacia él y darle con un fierro en su cabeza, haciendo que quedara inconciente.

Esa es mi chica.

—Jace —llegó corriendo hacia mi.

—Tranquila, no es nada grave ¿Estás bien?

Con una mano ella hacía presión sobre la herida de mi pierna, con la otra, la de mi brazo perforado. Tomé su rostro con delicadeza, inspeccionándola.

—asintió— Pensé que estabas inconsciente —lágrimas caían de sus ojos.

—No ha nacido quien pueda derribarme niñita.

Dió una pequeña risa, sus ojos cayeron en mis heridas y la preocupación se hizo aún más notoria en su rostro.

—Hay que detener el sangrado, buscaré algo.

Corrupción Letal Donde viven las historias. Descúbrelo ahora