Capítulo 13

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Una semana había pasado ya, no hice mucho, me la pasé entrenando junto a Jace, quién según dice, voy progresando muy bien, yo también lo siento, estoy más ágil y cada vez más fuerte

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Una semana había pasado ya, no hice mucho, me la pasé entrenando junto a Jace, quién según dice, voy progresando muy bien, yo también lo siento, estoy más ágil y cada vez más fuerte. Pero sé que a penas es el comienzo y aún me falta mucho.

Hoy es lunes, hoy vuelvo al instituto, Zoe dice que todos hablan de mi aún, pero esta vez los rumores son de que me mudé, que me cambié de instituto, hasta inventan que me suicidé, son patéticos. Está muy emocionada, pues dice que mi regreso será épico y si que lo será.

Me había levantado un poco más temprano que de costumbre, pues tenía que prepararme muy bien, física y mentalmente. Me duché, me sequé mi cabello y lo peiné haciendo unas bonitas ondas con la rizadora, me maquillé también, pues mi regreso será triunfal. Me ricé mucho mis pestañas y me delineé.

Me levanté de mi lugar, saqué mi uniforme y sonreí emocionada, se verá genial una vez puesto. Quiero mandarle una foto a Zoe, pero no, dejaré que sea sorpresa. Había decidido confeccionarlo, la falda era más corta, justo hasta mis muslos, donde siempre soñé usarla, la misma camisa por dentro y la corbata también, el saco también lo recorté un poco dejando el largo hasta mi cintura, de alguna manera esto acentuaba más mi figura. En vez de mis aburridas medias de antes me coloqué unas mayas negras caladas y por último mis botas Dr Marteens.

Me miro y es que no me reconozco, pero me amo, maldita sea, me siento genial.

Bajé hacia el comedor, mi padre comenzó a toser de la impresión y mi madre solo me miraba con ganas de llorar, yo quería reír.

Miré el desayuno, waffles, pero faltaba algo, llamé a Luisa pidiéndole por favor el bote de nutella de la alacena y unas tiras de tocino.

—¿Qué le has hecho a tu uniforme Sofía? —preguntó mi madre al punto del colapso.

—¿Te gusta? —sonreí.

Podía ver cómo la vena en su frente se resaltaba, creo se le va a salir de tanta furia.

—¡¿Te has vuelto loca?! ¿Cómo vas a ir así a clases?

—¿Qué tiene? ¿Acaso con el largo de la falda aprendo menos?

Su molestia no mermó con mis palabras. Por supuesto que no le importa lo que yo diga.

—¡Es tu imagen por el amor de Dios! Estás arruinando tu imagen.

—Que me vale mi imagen mamá, me vale lo que digan las personas.

Dio una risa amarga y negó.

—Así no irás al instituto, olvídate.

—me encogí de hombros— Entonces no iré, porque todo mi uniforme está igual —sonreí.

Mi madre no dijo nada más, solo se agarró la sien, miré a mi papá quién me miraba divertido. Luisa llegó con mis deliciosas tiras de tocino y comencé a desayunar a como Dios lo manda.

Corrupción Letal Donde viven las historias. Descúbrelo ahora