Capítulo 27

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—Hola guardaespaldas —me saludó Caleb burlón

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—Hola guardaespaldas —me saludó Caleb burlón.

—Hola —le devolví el saludo.

—¿Qué te trae por aquí?

—Toma.

Dejé caer los fajos de billete sobre su escritorio, justo la cantidad necesaria para saldar mi deuda.

—me miró soprendido— Wow... ¿Cómo...? ¿De donde conseguiste todo el dinero?

—me encogí de hombros— Negocios...

—Ajá... ¿Qué negocios? —arqueó una ceja.

—Ya no te debo nada —le dije evitando su pregunta— Estamos bien.

Entrecerró sus ojos unos segundos para luego asentir, aunque le estaba pagando él no se miraba muy contento.

—Si, estamos bien.

—Bien, tengo que irme.

—¿Tan rápido? ¿No llevarás mercancía?

—No, hoy no, te avisaré.

Salí sin decir mucho más, ya estaba sospechando, lo sé, pero no me importa, en algún momento tendrá que darse cuenta.

Me monté en mi moto y conduje hacia mi próximo destino. Le había dicho a Sofía que hoy llegaría un poco tarde, que su padre la mandaría con otro de los guardas al instituto hasta que yo pudiera llegar, ella me dijo que mejor no asistiría, toda una rebelde.

Llegué al lugar y entré, di mi identificación a la recepcionista y ella me hizo pasar siguiéndole los pasos mientras me guiaba, llegamos al final del pasillo, ella me dejó frente a una puerta blanca con un cristal en el medio. Tomé un profundo suspiro y entré, me acerqué lentamente, con mucha cautela.

—Hola mamá.

La mujer de cabellos cafes y plateados, algo desprolijo me miró, se mira... distinta, muy distinta a como la recuerdo, más cansada, la edad se le nota ya, bueno después de todo... han pasado trece años. Ella no decía nada, solo me miraba con su cejas hundidas.

No me reconoce y claro, no la culpo, estoy cinco veces mas grande, lleno de tatuajes, es obvio que no lo haría.

—Mamá... soy yo, Jace.

—¿Jace? —sus facciones se suavizaron.

—Si... soy yo —le sonreí.

—negó con sus ojos llenos de agua— Tú no eres mi hijo.

—Si lo soy mamá, soy yo, Jace, tu hijo.

Ella hundía sus cejas, luego las relajaba pero después volvía a hundirlas, estaba muy confundida. De un momento a otro, repentinamente su cara fue de completa alegría, con una inmensa sonrisa y abrió sus brazos hacia mi.

Corrupción Letal Donde viven las historias. Descúbrelo ahora