No paraba de dar vueltas en mi cama, no podía conciliar el sueño, cada que cerraba los ojos estaba él en mi mente, viéndome de esa manera que me hace sentir tan pequeña, podía ver su cuerpo, su firme pecho, sus brazos despampanantes, esos tatuajes que me hacen perder la compostura, podía sentir su fragancia tan varonil, sus labios. Mi estómago revoloteó al recordar la sensación de sus besos tan húmedos.
Me levanté sintiéndome acalorada, miré la hora, son las una de la mañana. Temo estar perdiendo la cordura, cada célula de mi cuerpo lo llama, pidiendo más, más de sus toques, más de sus labios, más de su calor. Podría tocarme a mi misma, quitarme estas malditas ganas y dormir, pero no es lo que quiero joder, lo quiero a él.
¿Qué hago?
¿Debería llamarlo?
¿O simplemente me resisto y me fuerzo a dormir?
Dormir no es una opción, no podré, no cuando estoy tan frustrada, desesperada.
Tomé mi celular entre mis manos, busqué su número, miré la pantalla unos minutos, pensándolo, debatiéndome a mi misma lo que debo o no hacer, pero prometí a mi misma no privarme nunca más de mis deseos y diablos, lo deseo.
Piqué el botón y llevé el celular a mi oreja, escuchando como repicaba, hasta que respondió.
—¿Sofía? ¿Qué pasa? —su voz sonó tan ronca que me erizó la piel.
—Es que... no puedo dormir, si te molesta podemos hablar mañana.
—No, no me molestas ¿Qué sucede?
—suspiré— No podía dejar de pensar en ti...
Joder que tonta me he escuchado.
—hubo silencio por un momento— y... ¿Qué pensabas?
Impulsos, estúpidos impulsos.
—Quiero completar el deseo número ocho —solté sin preámbulos.
Oh por Dios.
¿Qué hice?
—¿Ahora?
A la mierda todo.
—Si, ahora, ven por mi.
—Está bien, voy para allá.
La llamada terminó, comencé a hiperventilar nerviosa. No puede ser ¿En realidad dije eso? ¿En realidad estoy a punto de hacerlo? Corrí hacia mi baño, regulé la temperatura de la ducha y me metí, tengo que asearme, tengo que... prepararme. Tomé la máquina de afeitar en mis dedos, la miré decidida, es ahora o nunca.
Luego de una rápida ducha, abrí mi armario, miré mis cajones de ropa interior, tragué nerviosa al ver mi elección. Exprimí una buena cantidad de crema hidratante sobre mi palma, la unté por todo mi cuerpo, dejando mi piel mas tersa y con un delicioso aroma. Deslicé por mis piernas la pieza de un precioso encaje negro, que cubría poco de la parte de atrás y lo suficiente de adelante, abroché el sostén que iba a juego, adorné mis piernas con unos ligueros de los cuales prendían unas medias. Me miré al espejo, joder.
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Corrupción Letal
Teen FictionSofía Walsh, la niña prodigio de un futuro brillante y prometedor vivía su vida encerrada en una burbuja de falsa felicidad. Creía tener la vida perfecta, una familia perfecta, un novio perfecto y el plan de vida perfecto. Hasta que la pandilla más...