Capitulo 46

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Mi plan de eliminar a los escorpiones marcha de maravilla

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Mi plan de eliminar a los escorpiones marcha de maravilla. Hemos hecho un total de cinco enfrentamientos ya, no hemos perdido ninguno. Si he sufrido pérdidas por supuesto, pero mis hombres saben a lo que se atienen cuando deciden estar a mi lado, son valientes, son osados, hombres que no tienen miedo a morir mientras sea haciendo eso para lo que nacieron. Esto es una guerra y en la guerra se pierden soldados, sobre todo cuando la misión es ganar.

Trevor sigue dándome problemas cada que encontramos un nuevo escondite de esos insectos, sigue con su misma cantaleta cada que nos preparamos para ir al matadero. No entiendo que le sucede, pues cuando estábamos en la cárcel no dudaba en ir contra cualquiera, ahora... es un manojo de miedo que me está sacando de mis casillas.

Comprendo el punto de Trevor, comprendo cuando dice que cada que vamos a enfrentarlos es una misión suicida, porque lo es. ¿Pero qué se supone que haga entonces? Si no los detengo yo ¿Quién lo hará? Walsh no puede hacer nada porque no es un oficial de policía que puede armar redadas para capturar escorpiones, y aún así lo fuera jamás lo lograría, porque no se acaban con ellos de manera limpia. Yo si puedo acabarlos, yo si puedo lograrlo a mi manera. No puedo dejarlos vivir atormentando a Sofía, ella se merece una vida tranquila y libre.

El problema con esos insectos es que son una maldita plaga, siempre hay más y más, elimino a cincuenta y esa misma noche hay cien nuevos. Son la pandilla más poderosa del estado, son los numeró uno y cuentan con más hombres de lo que me gustaría. Por momentos pienso que nunca lograré eliminarlos por completo, a veces siento que todo esto que estoy haciendo es en vano porque nunca podré matarlos a todos.

—¿En qué piensas? —preguntó en un suave murmuro cerca de mi oído.

Volteé a verla, me sumí en mis pensamientos que nisiquiera recordé que estaba junto a ella. Le di una sonrisa que la tranquilizara.

—Nada importante.

—No parecía nada importante.

—Enserio no lo es, no te preocupes.

Me apresuré a besarla, de ese modo interrumpiría lo que sea que estaba a punto de decirme y además de eso la distraería. No quiero preocuparla con los escorpiones, sobre todo a ella que es experta a sobrepensar las cosas hasta el cansancio.

—Oye... —habló aún cerca de mis labios— ¿Por qué no nos escapamos un rato? ¿Qué dices?

El tono coqueto de su voz me dejaba saber que es lo que esa mentecita sucia está pensando. La oferta me tentó, ha pasado mucho rato desde la última vez que follamos, tanto que se siente como una eternidad, una eternidad insoportable.

—Sabes que... —me interrumpió.

—Que es peligroso lo sé, pero necesito sentirte —dijo casi suplicante a la vez que acariciaba mi pecho— ¿Tú no quieres?

—Eso es lo único que quiero hacer todos los días hasta el cansancio ¿Pero sabes que quiero más que eso? Que sigas viva.

Ella pareció haberse pasado mis palabras por su exquisito trasero, pues llevó sus labios a los míos otra vez, haciéndome sentir su lengua de una manera muy humeda y candente. Despues besó el filo de mi mandíbula para bajar hasta mi cuello donde se quedó dando suaves succiones y lamidas mientras que su mano recorrió mi torso hasta llegar a mi cremallera dónde acarició haciendo crecer mi erección.

Corrupción Letal Donde viven las historias. Descúbrelo ahora