Justo nada más despertar y aún media dormida acostada en la cama, llamé a mi novio
Buenos días, preciosa -escuché su voz. Diría yo que podía ver su sonrisa- es muy temprano. ¿Qué hacés despierta a esta hora?
No sé, me desperté y tenía hambre -dije volviendo a cerrar los ojos y con un pucherito-
Ya te voy a llevar el desayuno -dijo él. Asentí sin escucharle mucho y luego me di cuenta que no podía verme-
Mh...si, vale. Te quiero -le dije-
Y yo a ti -dijo. Colgué y traté de volver a dormir pero no pude así que me quedé mirando al techo y con mucha pereza para levantarme. Cuando sonó el timbre me quejé en 20 idiomas y luego a rastras fui hacia la puerta sin darme cuenta de mi ridículo pijama de estrellitas ni mi pelo mal peinado. Chillé al ver a mi supuesto novio que debería de estar en New York trabajando en sus proyectos, delante de mi puerta con una sonrisa y una bolsa con comida-
También me alegro verte -sonrió más Timothée. Me tiré a sus brazos y le abracé con fuerza. Él rió abrazandome y besando mi frente-
¿Pero como...? ¿Y tu...? ¿Pero tú no...? -dije sin saber que decir-
Te quería sorprender. Te echaba de menos -dijo Timothée entrando a casa y dejando la bolsa en una mesa-
Yo también te echaba de menos -le dije volviendo a abrazarle y levantando la cabeza para verle a la cara- pero mira como estoy, hecha un desastre, y tú aquí tan genial entrando por mi puerta
Ya sabes que eso nunca me a importado -dijo él. Al fin nos besamos y sonreí en medio de el beso para luego continuar- bueno, te he traído comida así que...
Eres el mejor novio del mundo, ¿lo sabes? -le dije sonriendo mientras iba al baño-
¿Solo lo dices por la comida, verdad? -rió él-
Eso suma un punto más -reí yo-