Prólogo

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He vivido bajo la constante preocupación de despertar muerta un día de estos.

Desde mi nacimiento, las cuatro familias se han mostrado firmemente en contra de que el puesto de mi padre, el Boss, sea ocupado por mí. Sienten que soy una deshonra para las tradiciones que se remontan hace cientos de años atrás, por lo que, por mi género, se me ha exigido ser perfecta toda la vida, el miedo al rechazo me golpea como agua fría cada vez que tengo algún encuentro con los ancianos de las otras casas, observándome de forma desaprobatoria, esperando que me equivoque para quitármelo todo.

Una vez que tomas una decisión, debes vivir con las consecuencias, me dijeron.

Papá me preguntó una vez si esto es lo que quería, este estilo de vida, este cargo, este poder y estas responsabilidades, sabiendo que seré juzgada por cada acción realizada.

Mi respuesta fue inmediata, nací para ponerme la corona, yo nací para sentarme en el trono, por lo que me esforcé y me presioné por cada prueba que debí cumplir:

A los cuatro años, cumplí con el rito del valor, el cual consiste en sobrevivir una noche completa sola en el bosque. Sólo te arrojan ahí para que tú busques tu propia agua, tu propia comida, un lugar que te refugie del frío, y si tienes suerte, sabrás cómo ocultarte de los animales salvajes que ahí habitan.

Mamá estaba histérica cuando le comentaron los detalles del rito por lo que recuerdo, pero nunca la vi más orgullosa cuando me encontraron cómodamente durmiendo sobre la rama alta de un árbol, a salvo. Papá me supervisó toda la noche por el rastreador en mi nuca, este nunca pitó, nunca se encendió, nunca mostró ninguna señal de alerta, y eso fue gracias al instinto de supervivencia que mis padres me inculcaron desde que tengo uso de razón.

Siempre, sin importar las circunstancias, tengo que sobrevivir. Es lo que me enseñaron.

A los ocho, tuve mi primera prueba de arme y desarme de armas, desde pistolas simples hasta rifles de asalto con un montón de piezas pequeñas. Armé cada uno en menos de cinco minutos, enorgulleciendo a mis progenitores.

A los diez años maté por primera vez. Entraron a casa con la intención de deshacerse de mis padres, estas situaciones son bastante comunes por lo que Santino me contaba de niña, mi deber era ir a mi cuarto y encerrarme ahí, preservar mi vida ante todas las cosas, pero antes de subir, vi a Sabina, con los cuchillos favoritos de su papá Aless, rasgando el cuello de quién se le cruzara, utilizando los cuerpos como impulso para saltar más alto y matar de formas más divertidas, cabreando a los estúpidos que se atrevieron a pisar la casa de la mafia italiana.

¿Por qué ella podía matar y yo no?

Ese día tomé a Tacha, el arma de mamá, y disparé intentando mantener la calma, es la primera vez que tenía un arma como esta entre las manos, se necesita mayor estabilidad y control que con las pistolas que papá me deja ocupar.

Ese día subí de categoría, papá me regaló una M4A1 igual a la de mamá, será mi propia Tacha, mi arma de la suerte.

A los trece años, cumplí con otra de las reglas para ser Boss, haber matado mínimo a cincuenta personas antes de los quince años, estaba un paso más cerca de cumplir con mi objetivo.

A los catorce, dominé los idiomas del acuerdo de la mafia internacional, podía hablar con cada líder sin importar el país de origen, hablando y escribiendo de forma fluida. Estas clases las tomaba con mamá, quien también se interesó en poder comunicarse de forma fluida con los demás mafiosos.

A los quince maté a mi primer traidor bajo la ley italiana, abriéndolo desde el estomago hasta la garganta, dejándolo desangrarse en el suelo como el cerdo asqueroso que era.

A los dieciséis, fui contratada por primera vez como asesina a sueldo, trabajando para mi abuelo en la Bratva, unas breves vacaciones en Rusia que me hicieron adorar la sangre caliente ajena sobre mi cuerpo y los sonidos provocados por el crujir de sus huesos cuando se los destrozaba.

Alexei y Yura me enseñaron a no tener compasión de mis enemigos, las suplicas no sirven en este mundo, los devoras o eres devorado, es la ley de la vida.

A los diecisiete, mamá me dio lecciones privadas sobre las ventajas de ser una chica. Lo que todos ven como debilidad, nosotras lo vemos como una ventaja, un beneficio, un plus para nuestras misiones; Mamá dice que nuestro cuerpo, nuestras sonrisas, nuestras miradas, pueden volver loco hasta al hombre más devoto, sólo debemos saber en qué momento activar nuestras armas de seducción.

Aprendí muy rápido que ser una perra se me da muy bien. Mamá me dijo una vez que todas las personas son la puta de alguien, sólo que cada quien ofrece diferentes servicios; luego de analizarlo muy bien, me di cuenta de la razón que tenía.

A los dieciocho años, recibí mi tatuaje de la serpiente, aceptándome como parte de la mafia italiana oficialmente.

Y a los diecinueve recibí la terrible noticia por parte de los ancianos de las casas, queriendo verme la cara nuevamente, siempre haciéndome sombra para no cumplir mi objetivo, ahora, faltando cuatro meses para mi cumpleaños numero veinte, se me notificó que si no estoy casada para entonces, perderé mi lugar como heredera del cargo de Boss y otro tomará mi lugar, otro sujeto que no será un Marchetti, ya que mis hermanos Ares y Eris, los mellizos, no han recibido la misma educación que yo que me he preparado toda la vida para este momento, por lo tanto, los Marchetti perderán el trono y no dejaré que eso suceda, nunca.





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BUENAS BUENAS, MIS PECADORAAAAS

EL ADIÓS NOS DURÓ BIEN POCO ¿NO CREEN?

YA SABEN LAS CONDICIONES, TENGO CASI LISTO EL PRIMER CAPITULO 

ARADIA LA TUVO DIFICIL DESDE PEQUEÑA, ME IMAGINO TODO LO QUE HA TENIDO QUE HACER, SUJETANDOSE CON UÑAS Y DIENTES AL CARGO

INTENTANDO PROBARLE AL MUNDO QUE ES DIGNA

ME DUELE, ME QUEMA Y ME LASTIMA TODO LO QUE HA TENIDO QUE PASAR

Y AQUÍ SÍ MENCIONO A LOS MELLIZOS JAJAJAJAJA 

A PROPOSITO NO LO HICE EN EL FINAL DE TÓMAME, PERO TRANQUILAS QUE YA VAN A CONOCERLOS

NOS LEEMOS EN EL SIGUIENTE CAPITULO BONITAS, BESITOS EN LA COLA 

Aradia "La selección" #2 (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora