Capítulo 32

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Recostada en una reposera a la sombra sobre mi toalla, con un Sexo en la playa en la mano, refrescándome, secándome al aire luego de haber nadado un rato para despejar mi cabeza

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Recostada en una reposera a la sombra sobre mi toalla, con un Sexo en la playa en la mano, refrescándome, secándome al aire luego de haber nadado un rato para despejar mi cabeza.

Mis escoltas recostados en las hamacas contiguas con un agua de coco con alcohol entre las manos, lentes de sol incluidos, observamos al perro arrepentido que se acercaba caminando por la arena, vistiendo un short de playa, una camisa de manga corta abierta, mostrando esos abdominales a los que me gusta pasarle la lengua, y sus cicatrices, luciendo estas últimas como medallas, acercándose con sonrisa culpable, cargando una enorme copa entre las manos de algo que parece malteada con crema, se ve delicioso.

Espero que no intente sobornarme con eso porque descubrí que soy muy débil ante la comida y el sexo.

— Vaya, hasta que decides aparecer.

Viéndolo arrodillarse junto a mi reposera, dejando la copa sobre la mesita entre el escolta De Santis y yo.

— Lo siento... sé que no es excusa, pero lo olvidé, estaba tan sumergido en la misión que se me fue el tiempo y yo...

— Y te cortaste el cabello.

Hablando en tono neutro, dándole un sorbo a mi trago.

El largo cabello rubio que tenía, ahora luce rapado a los costados y detrás, un flequillo texturizado, más bien un corte Ragnarok, cortándole el cabello en capas hasta la nada, se ve masculino y sexy, sí, mi hombre siempre ha sido sexy, pero no entiendo por qué se cortó el cabello que tanto cuidaba.

— Es por el bien de la misión, tú te vas a disfrazar, yo no puedo parecer yo o...

— ¿Se puede saber por qué estás trabajando en nuestra luna de miel?

Pregunté con molestia, desviando los ojos hacia la copa... se ve deliciosa, quiero ponerle las manos encima y eso me distrae de la discusión.

— Ari... yo sólo quería tener todo listo para tu regreso, quería ayudarte... se me fue el tiempo, se me olvidó la luna de miel.

A mis espaldas escuché a los escoltas emitir un sonido que coincide con mi pensamiento, la está cagando.

— ¿Se te olvidó? — pregunté alzando una ceja— ¿Y si a mí se me olvida que estoy casada? Porque vendré al carnaval sí o sí esta noche, ya tengo un cuarto de hotel, ropa y calzado.

— Q-quiero decir, no se me olvidó — se corrigió— Es sólo que... mi vida se resumía sólo en trabajo, ahora te tengo a ti y es todo tan nuevo que... que lo olvido, olvido lo bueno que tengo ahora y la cagué, lo sé, lo siento un montón.

Tras de mí el De Santis intentaba no reír, debe resultarle interesante ver a su duro capitán suplicando y rogando.

— Si no te hubiesen avisado que pensaba irme si sigues anteponiendo la misión antes que a nosotros, no hubieses venido.

Aradia "La selección" #2 (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora