Capítulo 34

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DANE

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DANE.

Miré de reojo a la pareja a mi lado, Vincenzo no deja de sonreír y eso a mis ojos ya es una victoria para mi amiga, en cuanto a mí, Ox simplemente no sabe qué hacer, su rostro refleja pánico absoluto, tengo miedo de haberla cagado, de haber confundido las señales.

— Ya sabía yo que mis encantos no pasarían desapercibidos, rubia — dijo Vincenzo, estirando una mano para apoyarla en su mejilla— Yo también te amo, si hay una loca por la que me dejaría marcar, serías tú.

— ¿Hablas del rito del honor cuando no te he pedido matrimonio primero, ni pienso darte hijos?

La felicidad era palpable en la voz de Sabina quien no apartó la mano de Vincenzo, más bien, se apretó a esta, dejándose mimar.

Esto es como la escena de un gato arisco dejándose amar por primera vez, difícil de creer, pero bonito, se me encoge el pecho de felicidad al saber que le fue bien con su declaración.

— Eventualmente te casarás conmigo, lo sabes, soy irresistible — carcajeó por lo bajo— Pero me conformaré con esto mientras tanto, me gusta saber que me quieres tanto como yo a ti.

— No te emociones, hay muchas cosas que debo cambiar de mí misma primero, por ejemplo, mi actuar impulsivo que termina lastimándote.

Vincenzo se encogió de hombros, restándole importancia.

— Inconscientemente me dejas vivo, eso es suficiente para mí, trabajaremos en eso juntos... ahora ¿Qué me dices si me muestras las cuerdas que combinan con mis ojos?

Está perdido, definitivamente está en las redes de mi amiga y dudo mucho que quiera salir de ahí, acaba de ponerle en bandeja de oro la posibilidad de marcarlo con su inicial, el rito aún más importante que el matrimonio para la mafia italiana. Él va muy en serio.

— Trato hecho — tomando su mano— Y dile al idiota de tu hijo que haga regresar su mente, Dane está nervioso.

Vincenzo miró a Ox y lo empujó con el codo, haciéndolo reaccionar.

— Sé un hombre, los Marchetti no nos acobardamos.

— Pero papá... yo pensé que tú... que no lo sabías.

Mierda... acabo de sacarlo del closet, yo creí que Ox había sido lo suficientemente claro con sus coqueteos, su padre estaba en la mesa hoy ¿Cómo yo iba saber?

Ay mierda... la cagué.

— Soy tu padre, yo siempre lo sabré todo — desordenando su cabello— Y te apoyaré en todo también, has lo que te haga feliz siempre, no intentes contentar al resto, eso no te traerá nada bueno.

— No te molesta que yo... que nosotros...

Mirándome de reojo, atorándose con las palabras, sonrojándose.

Aradia "La selección" #2 (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora