Capítulo 46

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Abrí los ojos con pereza ante los constantes movimientos de quién sea el molesto personaje que me arranca del sueño reparador, aún tengo sueño, aún tengo mucho sueño

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Abrí los ojos con pereza ante los constantes movimientos de quién sea el molesto personaje que me arranca del sueño reparador, aún tengo sueño, aún tengo mucho sueño. Me preguntó si una pequeña bala en el culo lo hará cambiar de decisión, no he dormido nada y aquí está jodiendome, si hay otra cosa que odio además de que toquen mi comida es que me despierten cuando mi agenda está libre y esto cansada, me las va a pagar.

— Aradia, todos te esperan para la cena, vamos a comer.

Me retracto, no hay balazos hoy.

— Eris ¿Cómo te sientes? ¿Te duele algo? Quieres... aush...

Me moví demasiado rápido, terminé mareada y sintiendo el dolor punzante de cada una de mis heridas.

— Yo estoy muy bien, eres tú quien está más herida — sonrió— Estoy de maravilla, supe cómo me vengaste, los perros no dejan de hablar de tus métodos, el cincuenta porciento tiene miedo, el otro cincuenta por ciento está excitado.

Mirándome extrañada.

— ¿Por qué estarían excitados? Que extraños.

— Digamos que ese porcentaje es de los De Santis, sádicos en su mayoría, disfrutan con el dolor, les gusta cómo torturas, matas y castigas, Ardan está en ese cincuenta por ciento.

Sonreí de lado, negando.

Mi marido es un completo pervertido.

— Es bueno saber que se está corriendo la voz, este tipo de actos son lecciones para el resto también, así sabrán que si me traiciona los espera un destino peor que la muerte.

Abandonando la cama con lentitud, siento el cuerpo pesado, me hubiese venido de maravilla otras horitas, pero al saber que están esperándome para la cena y que las mucamas debieron lucirse con el menú, se me abrió el apetito y me suena la tripa, no he comido nada hoy, de seguro comiendo un poco me voy recuperando.

— Tienes razón, de vez en cuando hay que demostrar lo que el Boss es capaz de hacer — pasando por debajo de mi brazo rodeando sus hombros con este, sosteniéndome por la cintura— Y el Boss debe dejar que la ayuden de vez en cuando — sonriente— No quisiera que te lastimaras, te tiemblan las piernas.

— Pero hay perros abajo, no me gusta mostrarme débil.

Dejándome ayudar de todas maneras, caminando por el pasillo.

— También hablan de lo loca que estás y de cómo te mantuviste en pie después de todo el daño recibido, es justificable tu cansancio, tranquila.

Asentí respirando profundo, tendremos unos días de paz si el diablo lo permite, la boda de mis padres será pronto, mini vacaciones, dejaré las cosas en marcha aquí y yo estaré muy atenta desde allá.

— ¿Dónde está Travis? Me dormí con tres polizones en la cama y desperté sola, triste, triste despertar.

Haciendo una mueca que terminó arrancándole una carcajada a mi hermana, ayudándome con los escalones yendo paso a paso, tomando pausas.

Aradia "La selección" #2 (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora