Capítulo 31

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En un abrir y cerrar de ojos me encontré con el rostro pegado a la cama, Ardan acercó una soga que ató con maestría por mi torso, sujetó mis brazos en la espalda y dobló mis rodillas atando juntos muslos y tobillos de tal manera que me era imposib...

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En un abrir y cerrar de ojos me encontré con el rostro pegado a la cama, Ardan acercó una soga que ató con maestría por mi torso, sujetó mis brazos en la espalda y dobló mis rodillas atando juntos muslos y tobillos de tal manera que me era imposible el movimiento, estaba completamente a su merced.

Me encantaría saber cómo aprendió a hacer todas estas cosas, porque yo en mi vida he atado a alguien de manera que las tetas calzaran justo con la figura que formó, menos hacer que se me viera un culo de revista por cómo había ajustado la soga al borde superior e inferior de mis nalgas.

Me encontraba completamente expuesta, de rodillas en la cama, con el pecho completamente apoyado en esta, y mi marido, entreteniéndose con las vistas, golpeándome el culo y luego acariciando la zona que ardía, divertido por cada vez que me retorcía, me comía el grito y gimoteaba después, me gustan estos tipos de castigos.

— Aradia ¿Y si hablamos un poco?

Repartiendo besos por mi espalda mientras introducía dos dedos en mi entrada, moviéndolos dentro y fuera, volviéndome loca.

— ¿Por qué querrías hablar ahora?

Gemí retorciéndome, buscando un poco más de contacto.

— Bueno, si no quieres hablar puedo ir a discutir unos temas de seguridad con los escoltas...

Introduciendo un tercer dedo mientras su pulgar maltrata mi hinchado clítoris, nublándome la razón.

— No... no... hablemos... hablemos...

Sintiendo sus dientes morder mi culo con fuerza, eso de seguro dejará marca y le pedí exclusivamente que no lo hiciera.

— Cambiemos ese tonto plan para los estadounidenses.

Pidió, golpeando ese lugar dulce que me derrite por completo, estaba a poco de correrme.

— No puedo, sabes que no puedo...

Retorciéndome ante sus atenciones.

— Yo creo que sí puedes, Bombón, tú eres el Boss, puedes hacer lo que quieras ¿Por qué no podrías modificar un plan en el que tú eres la actriz principal?

Moviendo sus dedos más rápido, con más fuerza, acelerando los movimientos en mi clítoris, haciéndome lloriquear de placer.

— Ardan... ya estoy por llegar... no te detengas...

— Mmm... no lo sé ¿Debería? — Deteniendo el movimiento de sus dedos— Podría seguir si tú aceptas cambiar el plan.

— Ardan, eso es chantaje — me quejé, viéndolo por sobre mi hombro— No puedes...

— ¿No puedo?

Preguntó sonriendo malicioso, depositando un beso en mi espalda, moviendo sus dedos y luego parando otra vez, dejándome a medio camino de mi orgasmo.

Aradia "La selección" #2 (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora