Capítulo 58

4.9K 415 239
                                    

Abrí los ojos perezosamente queriendo matar a la persona que me estaba arrancando descaradamente de mi precioso sueño de

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Abrí los ojos perezosamente queriendo matar a la persona que me estaba arrancando descaradamente de mi precioso sueño de... nada, estaba tan cansada que no tengo puta idea si soñé o estaba muerta en vida, mi ultimo recuerdo es que yo estaba hablando afuera con Ardan y luego... negro.

— ¿Qué hora es...?

Apretando los ojos con fuerza, aplastarme el rostro con la almohada no parecía ser una buena idea, no si quería cuidar mis heridas.

— Las ocho de la mañana.

Respondió mi diligente Segundo y pronto esposo.

— Agh... — gimotee a modo de reclamo— ¿No crees que es muy temprano? ¿Puedo dormir un poquito más?

— Nop, no puedes, demasiado trabajo pendiente y lamentablemente es algo que debes hacer tú, ya está todo listo sólo tienes que intentar parecer presentable, ya sabes, lo que suele hacer la gente normal, lavarse el rostro y los dientes, cepillarse el cabello, vestirse, cosas como esas.

Bromeó.

— No voy a vestirme, puedes ir olvidándote de eso, olvida que me cepille el cabello ¿Dónde está mi colet? Un lápiz me sirve — abriendo los ojos— El rostro y los dientes tienes toda la razón, pero no más.

— Creo que vas a querer reconsiderar tus decisiones.

Contestó tirando las mantas hacia atrás, Boris no estaba, traidor.

— Creo que es demasiado temprano para discutir ¿No crees? — mirándolo— No he comido y tengo dos chupasangres que hacen que me dé más hambre que antes — apoyando la mano en mi vientre plano— Primero comida, luego trabajo.

Tomando asiento con su ayuda.

— No hay tiempo para el desayuno, lo siento.

Colocándome de pie, al ver que aún me temblaban las piernas decidió cargarme hasta el baño, miró el váter y luego a mí.

— Puedo hacerlo yo sola, pero gracias.

Asintió depositándome con cuidado en el piso, quedándose de pie, mirándome.

— ¿Puedo hacer mis necesidades tranquila? Quiero orinar.

— ¿Y si te caes?

Dijo el castaño, preocupado.

— No voy a orinar contigo mirándome, olvídalo.

— ¿Y si sólo te ayudo a tomar asiento?

Rodé los ojos, si no se lo permitía podríamos tener esta discusión eternamente.

— Ok... eres un pesado.

Sonrió complacido y buscó mis bragas bajo la larga camiseta, bajándolas hasta mis rodillas, levantó la tela que me cubría y me ayudó a tomar asiento, para mi sorpresa, me costó más de lo que pensé, sin su ayuda más de alguna herida se me hubiese abierto, es un esfuerzo que no tenía en consideración.

Aradia "La selección" #2 (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora